SEGUNDA INSTANCIA COGNITIVA
ANTECEDENTES Y REFERENTES TEÓRICOS
En
este momento de la indagación, se
referencian trabajos de investigación internacionales y
nacionales pertinentes a la praxis gerencial y los contextos en los cuales se
desarrolla, que a pesar de su fecha de emisión, aun contribuyen en la
configuración del estado del arte de la temática en estudio, brindando sustento
teórico pertinente y actualizado, pues el desarrollo teórico en el ámbito
gerencial se circunscribe en más de las ocasiones, al diseño e implementación
de herramientas gerenciales que se articulan una vez por década, como ha sido
el caso de la calidad total, la reingeniería o el cuadro de mando integral.
Igualmente, se presentan los referenciales teóricos que se constituyen en
saberes preliminares, permitiendo una orientación sobre el fenómeno social a
investigar.
Estudios Previos
Luego
de realizar una revisión sobre tesis doctorales, en el ámbito internacional, se
identificó el estudio de Duarte (2004), sobre los Factores determinantes y
críticos en empresas de servicios, para la obtención de ventajas competitivas
sostenibles y transferibles a estrategias de globalización: Un análisis de la
industria del software, presentado en la Universidad Autónoma de Barcelona,
España, en el cual se investiga desde la perspectiva del Marketing, aquellos
elementos que propician la formulación de ventajas competitivas de
transferencia global, por parte de las empresas de servicio, vista su
importancia en cuanto a participación porcentual en el PIB de países
industrializados y bloques económicos.
El autor expone que la investigación gira en relación a
tres temáticas fundamentales: el marketing de servicios, las ventajas
competitivas sostenibles y las estrategias de globalización. Sostiene que existe
poca literatura que aglutine estas dimensiones del campo empresarial, adicional
a la complejidad que representa el categorizar las organizaciones que
pertenecen a este sector, en constante crecimiento por sucesos de índole
económico, político, comercial y social, tales como el gran desarrollo de los
países altamente industrializados, el derrumbe de barreras comerciales y
arancelarias, la desregulación de diversos sectores, una mayor intensidad de
movimientos migratorios entre diversos países, el gran desarrollo de nuevas
tecnologías de información, entre otros aspectos.
Teóricamente,
se trataron los elementos y procesos del servicio, los factores macroeconómicos
y microeconómicos que inciden en su internacionalización, así como los aspectos
básicos de la globalización. En cuanto a las ventajas competitivas, plasmó lo
relativo a la creación y transferencia de las mismas, los costes y
diferenciación.
Metodológicamente,
el autor plantea un análisis exploratorio desde la investigación cualitativa,
enfocándose en el estudio de casos. Para ello, los datos provinieron de
entrevistas semi-estructuradas aplicadas vía correo electrónico a ejecutivos y
directivos de cinco empresas del sector, y como fuentes secundarias, el
material que publican las empresas en sus anuarios, reportes de ventas,
adquisiciones, catálogos, entre otros, lo que permitió construir y analizar los
casos de cada empresa.
Las
conclusiones versan sobre las habilidades internas de las empresas para la
configuración de algunos factores que permiten el logro de ventajas
competitivas, aunque las mismas no son exclusivas de ninguna de ellas. Por su
parte, algunas cualidades del país de origen propician su participación
comercial en la arena global, aunque esto no otorga ninguna ventaja sobre
competidores locales. El autor concluye que las empresas están llamadas a ser
competitivas en los mercados locales y todo depende de su capacidad gerencial
para innovar en aras de su sostenibilidad y viabilidad.
La
pertinencia de este estudio, denota la teorización sobre las empresas de
servicio, características, potencialidades y la necesidad de estandarizar sus
operaciones, en aras de exponer las mejores praxis empresariales para el
aprovechamiento de las ventajas competitivas indispensables que inciden en su permanencia
en los mercados de origen, así como la expansión a mercados
internacionales.
Por
su parte, la tesis doctoral de Lezama (2006), titulada Lo global y lo local en
Venezuela: El proceso modernizador y su impacto en Ciudad Guayana 1960-2000, presentada
en la Universidad de Granada, España, expone que para el caso Venezuela, la
correlación global-local se manifiesta a través de la inserción de la economía
venezolana a la economía del mercado global como consecuencia de la explotación
petrolera a partir de 1917.
El
aporte de la investigación versa sobre la generación de nuevos conceptos e
hipótesis de trabajo para evaluar las características e impactos de la
denominada “globalización” en la dispersión de fronteras geográficas y centros
de decisión nacional, así como la emergencia de problemas sociales, políticos y
culturales locales. Se intenta dar una visión de conjunto, a fin de descifrar
las líneas de fuerza que actúan en el ámbito de lo global-local en Venezuela, y
de manera específica en Ciudad Guayana.
En
esta perspectiva, la autora trata la globalización como fuerza impulsora de la
transformación en equilibrio de las relaciones existentes en la economía y la
sociedad, la idea de progreso, modernización y desarrollo económico, la
articulación de lo local y lo global desde la historia regional y local y, por
último, la ciudad como difusor de lo global.
Por
su parte, la metodología utilizada se fundamenta en el paradigma
interpretativo, pues significa el sentido de las acciones de los sujetos. En la
investigación, hace uso de una triangulación metodológica, entendida como la
aplicación de distintas metodologías en el análisis de una misma realidad
social. Los métodos sometidos a la triangulación son el histórico, el
cualitativo y el comparativo.
La
investigadora concluye que la globalización genera la aceleración del proceso
de urbanización nacional y local, potencia la creación y destrucción de
espacios ya existentes, incrementa el desarrollo desigual entre regiones del
país e introduce una diversidad creciente en la estructura sociopolítica,
económica y cultural urbana a través de intensos procesos migratorios.
La
investigación es pertinente al presente estudio, pues se propone develar las
relaciones, muchas veces en tensión, que existen entre las acciones foráneas
que propician la globalización y su impacto en los procesos locales, ya que
trata el caso venezolano desde las dimensiones socio-económica,
político-institucionales y socio-cultural, articuladas a las realidades
latinoamericana y mundial.
Otra
investigación internacional que aporta orientaciones a este estudio, es el
trabajo de Córdoba (2008)
denominado Entre la modernidad y la globalización. La encrucijada de la cultura
latinoamericana, presentada en la Universidad Complutense de Madrid, España,
donde plantea una revisión de la manera en que tanto la
modernidad como la globalización se han insertado en América Latina y cómo
ambos fenómenos han incidido en la construcción de la identidad de las naciones
de la región. En un primer momento, la autora hace un recorrido por
definiciones como modernidad, postmodernidad, modernización, globalización y
democracia, entre otros, para de allí señalar, qué factores reales o
hipotéticos de estas dimensiones se han añ adido
también al contexto latinoamericano.
El
trabajo desglosa un análisis sobre dos discusiones que se han dado en torno a
la existencia de la modernidad en América Latina. Lo que se piensa sobre esta
región y lo que realmente es, navegando la región entre el mito y la utopía. La
primera –denominada visión filosófica- resume que la región no es moderna y que
anda en busca de su modernidad, ya que ha sido fruto de una colonización, la
española, que en lugar de insertarla a la modernidad únicamente le dio un
rostro y una cultura a semejanza de ella. España no era moderna y por lo tanto
tampoco exportó los ideales de la nueva era a sus nuevos territorios: en lugar
de democracia hubo autoritarismo y en lugar de la crítica, una imposición de
las ideas escolásticas.
La
siguiente visión, denominada sociológica, hace una crítica al anterior análisis
y se centra más en los factores históricos y estructurales de la modernidad
latinoamericana. El autor citado señala que a la región se le ha querido ver
con la misma racionalidad europea y se le critica por sus excesos y omisiones,
no por lo que es la región. Y para ellos, Latinoamérica es moderna, porque ha
recogido, al igual que Europa, el secularismo, la diferenciación, la hegemonía
del poder, además de haberse insertado a la internacionalización del capital a
través del binomio exportación-importación y a los mercados simbólicos de la
cultura, sobre todo a partir de los años treinta del siglo veinte, según
plantea Córdoba.
Entre
los referentes teóricos, la autora expone las perspectivas históricas,
filosóficas y sociológicas de la modernidad, vista desde Latinoamérica, la
modernidad y su relación con el desarrollo económico y político, el
postmodernismo económico, político, social y cultural, el proyecto de
construcción de la modernidad latinoamericana y por último, la globalización
económica, financiera, política y su relación con la configuración de los
Estados-Nación.
En
cuanto a lo metodológico, la autora no expresa su cosmovisión ni su abordaje
investigativo. Por el contrario, construye el discurso desde el mismo inicio de
su tesis.
Entre
las conclusiones más relevantes expone, que las anteriores visiones no teorizan
sobre el surgimiento de la modernidad en la región, debido a las formas abruptas
como esta mirada se ha implementado en los diversos países que la conforman, no
tomando en cuenta el crisol social y las distintas heterogeneidades que existen
al interior de cada nación. Es con ello que América Latina accede a la
globalización, a través de las exigencias del mercado y capital internacionales
y del liberalismo político con la democracia, sin antes haber superado sus
problemas, por el contrario, surgen otros, haciendo aún más complejas a las
sociedades, lo que en parte lastima la democracia, la gobernabilidad y la
política misma.
La
investigación es pertinente a este estudio en cuanto desglosa la discusión
globalización-cultura latinoamericana, pues surgen mecanismos de defensa
diseñados para enfrentarse a los innumerables cambios globales economicistas,
políticos y culturales. Sin embargo, la baja diversificación de nuestras
economías, la poca competitividad y los altos niveles de endeudamiento, aunado
a las posturas locales fijadas por la cultura, inciden en la perenne condición
de países en desarrollo, sin encontrar una vía aún para el crecimiento
económico y el desarrollo humano con sostenibilidad y viabilidad.
Agulló
(2009), en su estudio doctoral titulado La coherencia ética en la gestión de
los recursos humanos como un factor clave para la forja del ethos corporativo, presentada
en la Universidad Ramon Llull, España, revisa
conceptos básicos de ética empresarial, analiza las limitaciones actuales de su
implementación, argumenta la necesidad de gestionar los recursos humanos para
un actuar con coherencia ética y explora, mediante una investigación
cualitativa, mediante la aplicación de quince entrevistas, a responsables de
recursos humanos, oportunidades y limitaciones del departamento de recursos
humanos de implementar acciones para el desarrollo humano.
Para
la autora, el modelo actual de gestión empresarial está centrado en lograr el
máximo beneficio económico a corto plazo, para satisfacer a los accionistas; midiendo
el éxito casi exclusivamente por la rentabilidad. Sin embargo, existe una
fuerte demanda de ética que solicita incluir en la definición de éxito
parámetros como el crecimiento sostenible a medio y largo plazo, el impacto
social y ecológico de la actividad, el respeto por los derechos humanos, entre
otros. Este creciente interés por la ética en la
empresa es además compartido por diversos “stakeholders”.
Siendo
así, la empresa debería revisar su organización y su forma de trabajar,
redefiniendo la manera como gestiona el negocio y genera riquezas, cuestionarse
cómo forjar un ethos corporativo que incluya a todas las partes interesadas. No
obstante, las prácticas de ética empresarial como el buen gobierno, los códigos
de valores, las memorias de responsabilidad social, entre otros, aunque
imprescindibles, fallan en la implementación. Bajo el concepto de coherencia
ética se pretende cohesionar elementos claves para integrar la ética en el día a día. El
departamento de recursos humanos, como eje dinamizador, necesita actuar con
coherencia ética y al mismo tiempo fomentarla, convirtiéndose en el
departamento clave para la forja del ethos.
Para
la configuración de la investigación, se utilizó como referentes a la ética y
sus principios de autonomía, justicia y beneficencia, a fin de dar paso a la
ética empresarial desde sus perspectivas macro, meso y micro, en pro de comprender
la responsabilidad social y su interrelación con la ética empresarial.
Igualmente, se hizo una aproximación teorética en cuanto a los consumidores,
inversores y empleados, develando la ética que vivencian. Una segunda parte
versó sobre la humanización de la gestión de los recursos humanos, la
planificación, reclutamiento, evaluación y formación, así como una
interpretación desde el desarrollo organizacional hacia el desarrollo humano.
La
investigación, es de naturaleza cualitativa, su propósito es exploratorio,
según el autor, diseña una entrevista en profundidad para ser compartida con
quince organizaciones que contaron con una plantilla mayor a cien empleados, en
la ciudad de Cataluña, España. En este aparte, el investigador plasmó sus
asunciones filosóficas en torno a la aproximación constructivista, los procesos
específicos de la investigación en cuanto a la elaboración y revisión de la
guía de una entrevista, así como la definición de la muestra intencional y
obtención de hallazgos en empresas que hacen vida en áreas tales como
consultoría, finanzas, turismo, alimentación, auditoría y textil.
Las
conclusiones muestran que es condición indispensable, para afrontar la actual
demanda de ética y la forja del ethos corporativo, la gestión de los recursos
humanos desde la coherencia ética. Al respecto, plantea que la misma debería ser
una prioridad estratégica a largo plazo y fin de planificarse y evaluarse como
tal. Sin embargo, también existen importantes frenos para el "fomento de
la coherencia ética", siendo el principal la escisión en la empresa entre
la dimensión ética y la económica. Una nueva definición de éxito empresarial y,
por tanto, una nueva concepción de empresa preocupada por cómo genera las
riquezas, son imprescindibles para la forja del ethos corporativo y la asunción
de la responsabilidad de las empresas como principales agentes de cambio en las
sociedades contemporáneas.
Los
aportes de la investigación son pertinentes con base en el entendimiento de los
entrevistados en relación al Desarrollo Humano, qué prioridad le dan y
significar el surgimiento espontáneo en el proceso de entrevista, en torno a la
temática de la ética empresarial. Por su parte, la prioridad que los
entrevistados le dan a la gestión del recurso humano como elemento
diferenciador en el éxito organizacional. Así como, los frenos y motores del
recurso humano en relación a la responsabilidad, creencias y resistencias
individuales, cultura empresarial, recursos disponibles y enfoque del estilo
gerencial.
En
el ámbito nacional, Gascón (2009)
genera teoría en su tesis doctoral Aproximación teórica a la ontología del
liderazgo gerencial de las PYMES Lara, en el contexto de la globalización y los
cambios socio-económicos-políticos del país, desde una visión transmoderna, presentada
en la Universidad Yacambú, al develar la naturaleza, características y
significados que le atribuyen veintidós gerentes de PYMES en el estado Lara,
académicos y representantes de instituciones, a la ontología del liderazgo
gerencial en pequeñas y medianas empresas que hacen vida en el estado Lara,
considerando la influencia de la globalización y los cambios en el contexto
situacional socioeconómico y político de Venezuela, todo ello desde una visión
transmoderna.
El
autor argumenta que en Venezuela y por lo tanto, en el estado Lara, el
liderazgo gerencial se ve amenazado por una posible inadaptación a los
requerimientos de formación gerencial, un marco regulatorio del Estado y un
entorno económico poco favorable para alcanzar la exportación, así como la
necesidad de actualización económica, vivenciándose una sustitución progresiva
de fomento a la libre empresa por una filosofía de carácter
socialista-nacionalista, lo cual desencadena una corriente de incertidumbre que
impacta sobre el empresariado. Sumado a lo anterior, los factores
socioeconómicos de alcance global, inciden también en los ciclos de expansión y
contracción, por la cualidad microeconómica que tiene el acto gerencial.
En
cuanto a los referentes utilizados, el investigador profundiza sobre la
dimensión ontológica del liderazgo gerencial, las organizaciones venezolanas y
su gerencia, las PYMES del estado Lara y su transición hacia la
transmodernidad. De igual manera, ahonda sobre la globalización y la sociedad
en red como epifenómenos de la transmodernidad del mundo desarrollado, los
cambios en la epocalidad de desarrollo investigativo y la relevancia del
pensamiento complejo como una manera de acercarse a la realidad empresarial.
La
investigación es de carácter cualitativo, bajo la perspectiva epistemológica
del construccionismo social, paradigma interpretativo, adscribiéndose a las
corrientes fenomenológico-hermenéutica, es un estudio de campo, con entrevistas
semiestructuradas y observación no participante como técnicas para el acopio de
la información.
De
manera prospectiva, el autor plantea las dificultades que afrontarán las PYMES
para su sostenibilidad y crecimiento en los tiempos próximos, motivado al
entorno que para el año 2009 estaba en constante transformación y
configuración. Para ello, se plantearon una serie de líneas de acción pues sus
características propias las hacía más desprotegidas y castigadas en los eventos
futuros.
Esta
tesis doctoral es pertinente en cuanto constituye la génesis de mi transitar
investigativo. El autor declara la necesidad de profundizar el conocimiento
sobre la gerencia a nivel local, sus características, evolución y situación
actual en aras de permitir a la alta gerencia conocer sus debilidades y
fortalezas para generar las acciones necesarias que permitan afianzar su
posicionamiento. Por su parte, la visión empresarial desde la complejidad, al
postular la no-linealidad de los procesos evolutivos, vistos desde la
glocalidad, permitiría la sustentabilidad y viabilidad de las PYMES Lara, en
concordancia con el principio de dialogización y su vocación autopoiética, que
permita impulsar el orden a partir del desorden que emergía en la epocalidad de
la investigación.
En
Venezuela, también se encuentra el trabajo de García (2014), quien plantea La
gerencia de la tecnología verde para la responsabilidad social en las empresas
de telecomunicaciones, tesis presentada
en la Universidad Fermín Toro, donde el autor se propuso generar una
aproximación teórica acerca de la gerencia de la tecnología verde en las empresas
de telecomunicaciones para el desarrollo de la responsabilidad social
empresarial, en aras de fortalecer las capacidades gerenciales de
planificación, enfocadas en un desarrollo económico sostenible, para la
preservación de los recursos naturales del planeta haciendo uso innovador de
tecnologías limpias.
En
virtud de lo expuesto, el autor inquiere sobre una creciente preocupación de la
alta gerencia en la sobreexplotación de los recursos naturales, motivado en
parte a los patrones que impone una modernidad que vivencia una ética poco interesada
en la sostenibilidad. Sobre este particular, el mundo empresarial requiere una
gerencia basada en estrategias corporativas de responsabilidad social que
converjan en un ejercicio gerencial que promueva prácticas más responsables, en
la búsqueda de un equilibrio entre las dimensiones ambientales, económicas y
sociales que permitan un desarrollo sostenible.
Los
referentes teóricos de la investigación se constituyeron en torno a las
organizaciones, la gerencia ambiental, huella ecológica y tecnología verde, la
responsabilidad social empresarial, las teorías de la autopoiesis, sistemas,
cibernética, auto-eco-organización y la acción comunicativa, para dar contexto
a la investigación en cuanto al estudio de la empresa Inter de Venezuela, la
sostenibilidad ambiental a través de políticas de responsabilidad social, así
como la virtualización creativa para la innovación, mediante la computación en
las nubes, comprendidos como los hallazgos más relevantes.
De
esta manera, presentó una aproximación teórica construida sobre fundamentos
ontológicos, epistemológicos, axiológicos y gerenciales, con los testimonios de
las vivencias, experiencias y reflexiones de los actores sociales, lo cual
posibilita un nuevo camino en el ejercicio gerencial, más comprometido
socialmente, ético y transparente, donde se repiensa la gerencia estratégica en
cuanto al uso de tecnologías limpias, manteniendo un equilibrio constante con
el ambiente en el cual se desarrollan las organizaciones. Así, brinda aportes a
la comprensión y elucidación del proceso gerencial en el terreno de la
interacción humana en la gerencia de la tecnología verde para la
responsabilidad social en las empresas de telecomunicaciones.
La
investigación es pertinente al presente estudio, en los aportes de gerentes
venezolanos a la reflexividad desde el entorno local, la tropicalización de
teorías gerenciales para su adaptación al mercado venezolano, el abandono de
una visión mecanicista de la organización para integrarse en ambientes sociales
orientados a la responsabilidad de la empresa con la comunidad que le rodea,
como una estrategia de co-desarrollo humano y económico que propicia la
sostenibilidad y viabilidad de la organización así dirigida.
Razón Epistemológica
Entender
la modernidad correctamente prefigura un ejercicio de recuperación. En este
constructo, la identidad personal y la moral, son temas que se acompañan de
manera reticular. Así, considero propicio exponer un breve recorrido en la
historia del Hombre para señalar de manera intencional, eventos que sirven de
fuente en la construcción del yo investigador, configurando mi cosmovisión en
cuanto a lo axiológico, y desde allí, fijar postura en mi manera científica de
abordar el presente estudio que presupone criterios de demarcación cuya
rigurosidad académica y coherencia procedimental en su desarrollo, anhela epistemológicamente,
un conocimiento científico social aceptable, legítimo, de valor.
Desde
el campo de la Fe, asumo que el “´ayin”, término hebreo que expresa inexistencia
en una connotación absolutista, es utilizado en el pentateuco para referirse a
un tiempo antes de los tiempos, cuando la tierra estaba desordenada, vacía, y
donde el vapor regaba la faz. Incluso antes, no existía la tierra, ni los
cielos. Por su parte, “bara´” describe el acto de creación cósmica de la nada,
material ex nihilo, cuyo verbo tiene
como único sujeto, al Eterno. La declaración con la cual se da inicio al canon
bíblico tiene un significado teológico muy profundo para mí: “En el principio
creo Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1), piedra angular de la teoría
creacionista.
Este
relato, uno de los más ricos tesoros de la literatura universal de todos los
tiempos, conformado por una colección de antiguos escritos judeo-cristianos compilados
en una obra llamada Biblia, da respuesta inicial para algunos y para mí
particularmente, a un escenario descrito por Rodríguez (2004) “la situación de
desamparo en la que el ser humano necesita desgarradamente la creencia en un
Ser Supremo, bien por la ausencia de sentido, la nada como horizonte o la
pequeñez en la infinitud" (p. 21).
Quiero
creer que, en el metadiscurso del cristianismo, el Ser se estrena con dignidad
y como gerente. Hombre que gestiona los recursos disponibles para alcanzar la
subsistencia, proveer a su familia, ofrendar a su Creador, extender el
territorio, desarrollar su potencial. Desde el canon bíblico emerge una
declaración de fe: “Tomó pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto del
Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Génesis 2:15).
Desde
tal estadio, el hombre en sociedad se pasea por la temprana historia en un
devenir religioso y político de carácter adualista. En un orden cronológico
imposible de entenderse en progreso lineal, solo permite vestigios referenciales
de ciertas civilizaciones en cascada de rupturas históricas, tal como la hebrea
(teocracia, jueces y monarquía), babilónico, medo-persa, helenístico, romano
pagano, romano papal, entre otros, donde prevalece el sentimiento de
sacralidad. En estos siglos, se comprende al hombre como regente de lo agrario,
conformando una visión premoderna de la humanidad.
Ya
en occidente, el advenimiento de la iglesia romana al poder marca el principio
de la edad media. Así, el asiento del poder del papado queda fijado en la
ciudad imperial, desde donde se ensalzan ciertas tradiciones humanas (día de
adoración, perfectibilidad de la iglesia, pago de indulgencias, inmortalidad
del alma, entre otras) con obligatoria aceptación por parte de los reyes,
emperadores y el pueblo de la época. Para quienes osaban cuestionar, el siglo
XIII ve surgir la más terrible de las maquinaciones: la Inquisición. Durante
siglos Europa poco progresó en las ciencias, las artes y en la civilización.
Sin
embargo, personajes como Wiclef, Tyndale y Wesley en Inglaterra, Juan Hus y
Jerónimo en Bohemia, Lutero en Alemania, Zuinglio en Suiza, Calvino en Francia,
entre tantos otros y en diferentes siglos, se opusieron denodadamente contra
este sistema que no reconocía el derecho que tiene todo hombre de adorar a Dios
según los dictados de su conciencia, e incluso de no adorarlo, de no creer. De
esta manera, se desarrolla la Gran Reforma.
He
aquí, un período especial de la historia: la Revolución Francesa. En 1793, el
siglo brillante de Luis XIV, Francia se constituye en la única Nación en la
historia del mundo, que por decreto de su asamblea legislativa declaró que no
hay Dios. Se ejecuta la matanza de los creyentes y se instaura el culto a la
diosa de la razón, donde una mujer libertina homenajeada ante la convención
nacional de este país, se consideró como la representación más perfecta de la
razón, que las más altas autoridades civiles y legislativas venerarían en lo
adelante. Así celebraron los franceses el único culto “verdadero”: el de la
libertad, el de la razón.
Es
pertinente traer a colación lo afirmado por Voltaire, citado por White (2011):
“Estoy cansado de oír de continuo que doce hombres establecieron la religión
cristiana. Yo he de probar que un solo hombre basta para destruirla” (p. 289).
Transcurrido un tiempo, los hombres comenzaron a sentirse descontentos con los
resultados del racionalismo y este mismo cuerpo legislativo adoptó una
resolución que rescindía esos decretos y concedía tolerancia a las Sagradas
Escrituras. En 1798, muere el papa Pio
VI, por orden de Napoleón Bonaparte.
Dentro
de este contexto, peregrinos holandeses partieron hacia las tierras del Nuevo
Mundo, huyendo de la persecución religiosa. El deseo de tener libertad de
conciencia fue lo que dio valor para exponerse a los peligros de un viaje a
través del mar. Una vez llegados, los colonos acordaron que solamente los
miembros de la iglesia tendrían voz en el gobierno civil. Se constituye de
nuevo, una especie de iglesia de Estado y no se hizo esperar el resultado
inevitable de semejante medida: la persecución.
Las
colonias débiles y aisladas vinieron a convertirse pronto en una confederación
de estados poderosos, y el mundo pudo fijarse admirado en la paz y prosperidad
de una “iglesia sin papa y de un estado sin rey”. En un proceso de cientos de
años, el mensaje protestante de responsabilidad personal, laboriosidad,
integridad, servicio al prójimo se destaca en comparación a la concepción
fatalista enseñada por la religión oficial. Desde el albor del capitalismo en
el siglo XV, un profundo quiebre se produce en la civilización occidental desde
el Nuevo Mundo: el salto de la premodernidad a la modernidad, con la separación
entre la iglesia y el Estado. En torno a ello, Taylor (1996) reconoce
ciertamente que
Una de las influencias formativas de la ética del trabajo
de la cultura moderna capitalista, al menos en el mundo anglosajón, fue aquella
postura espiritual que hacía hincapié en la necesidad de un trabajo continuo y
disciplinado, un trabajo que debería beneficiar a la gente y por ende ser
eficaz, y que instaba a la sobriedad y al comedimiento en el goce de sus frutos
(p. 242).
Al
llegar a este punto considero que, para parte del protestantismo y desde mi
postura ontológica, la ley moral contenida en los diez mandamientos y
sancionada por los profetas sigue en vigor para toda la humanidad y por todos
los siglos, porque no depende de ninguna consideración de tiempo ni de lugar ni
de ninguna otra circunstancia sujeta a alteración, sino que depende de la
naturaleza de Dios mismo, de la del hombre y de la invariable relación que
existe entre uno y otro. Asumo así una ética absolutista según deviene de
religiones universalistas, como el cristianismo en este caso.
Desde
la perspectiva filosófica, la modernidad se concibe como el esfuerzo ilustrado
para desarrollar desde la razón, las esferas de la ciencia, la moralidad y el
arte, separadas de los ámbitos de la metafísica y la religión. Si lo anterior
se plantea en el terreno de la teoría, la concreción material se manifiesta en
la revolución industrial, avances científicos, crecimiento demográfico,
desarrollo de la tecnología, expansión de los mercados, capitalismo. Para
algunos, el desarrollo material parece una constante mientras que los
fundamentos teóricos han sido fuertemente criticados, pues su sustancia
político-moral, sus tradiciones democráticas y liberales son tan frágiles, que
su debilitamiento podría conducir a una recaída en la barbarie.
Eso
es pues, la modernidad. Un conjunto coherente de racionalidad, anclada en la
posibilidad y legitimidad de los discursos globales donde todo ocupa el lugar
adecuado. El conocimiento responde a un modelo objetivo y científico, validado
por la experiencia y el progresivo dominio de la naturaleza, consolidado en un
desarrollo de la técnica, como bien expresa Rodriguez (op. cit.).
Sin
embargo, desde la segunda mitad del siglo XX aparecen diferentes corrientes de
un movimiento de difícil conceptualización bajo el paraguas de la
postmodernidad, que entre características comunes destacan: la promoción del
pluralismo y la diversidad, la inclusión de los marginados y oprimidos, el
cuestionamiento a los textos históricos y literarios en cuanto a su objetividad
inherente, el lenguaje como modelador del pensamiento y creador de la verdad,
la verdad como perspectiva o contexto en contraposición a la universalidad. Tales
postulados son fuente de oposición a la cultura moderna o indican ciertas
crisis de ésta.
La
cosmovisión de la postmodernidad renuncia a las utopías y a las ideas del
progreso contínuo. Se apuesta a la carrera del progreso individual. Reconoce
los límites de las ciencias modernas en cuanto a la generación de conocimiento
verdadero, se desacraliza la política, se desmitifica a los líderes, se
cuestionan las grandes religiones y desaparecen los idealismos. Hay una
búsqueda de lo inmediato. Se pierde la fe en la razón y la ciencia, pero se
rinde culto a la tecnología. El subjetivismo impregna la mirada de la realidad.
Las teorías conspirativas sirven para explicar los desafíos económicos, políticos,
sociales, religiosos y medioambientales.
La
axiología postmodernista se manifiesta en el relativismo cultural y en la
creencia de que nada es totalmente malo ni absolutamente bueno. Es una moral
que cuestiona el cinismo religioso predominante en la cultura occidental y hace
hincapié en una ética basada en la intencionalidad de los actos y la
comprensión inter y transcultural de corte secular de los mismos. Es una nueva
forma de ver la estética, un nuevo orden de interpretar valores. Es la preeminencia
de los fragmentos sobre la totalidad, ruptura de la linealidad temporal,
pérdida de la cohesión social y la primacía de un tono emocional melancólico y
nostálgico. Es el paso del pensamiento fuerte, metafísico, de las cosmovisiones
filosóficas bien perfiladas, de las creencias verdaderas, al pensamiento débil,
a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar despreocupado
El fin de la guerra fría, como consecuencia de
la caída del comunismo fallido, teniendo como máximo símbolo la caída del muro
de Berlín podría considerarse como la cristalización de un nuevo paradigma
global, un nuevo Gran Relato, cuyo máximo exponente social, político y
económico es la globalización. Este paradigma debe recuperar los retos de la
modernidad y las críticas postmodernas. En palabras de Rodríguez (op. cit), se
entra en una nueva etapa denominada Transmodernidad.
La
Transmodernidad, como concepto, evidencia una conciencia de la crisis moderna,
la insuficiencia de las propuestas postmodernas y la necesidad de un nuevo
pensamiento superador que marque coincidencias y divergencias. De hecho, para
Luyckx, citado por Rodríguez (op. cit), Occidente se halla en plena transición
entre modernidad y Transmodernidad, mientras que una parte importante del resto
de la humanidad ve el mundo a través de una visión agraria y premoderna. La
Transmodernidad ayudaría a frenar el rechazo de ciertos países, principalmente
islámicos, a la visión occidental de modernización, identificada muchas veces
con racionalidad económica de mercado y pérdida de valores. Se trataría pues de
recuperar para Occidente cierto talante espiritual y profundizar en el diálogo
intercultural y la tolerancia.
Podemos
interpretar como la secularización de la razón, y posteriormente su
debilitamiento, ha generado una cierta urgencia por salir del relativismo,
buscar una nueva síntesis, unidad y totalidad, el retorno a un pensamiento
fuerte o el retomar la religiosidad. Aunque la base de la ética sigue siendo
autonómica, la capacidad libre de otorgarse unas normas permanece, motivado a una
moral que se asume como la estética de la excelencia.
La
modernidad se anclaba en la posibilidad y legitimidad de los discursos
globales. La crisis postmoderna atenta precisamente contra estos basamentos.
Las grandes metanarrativas de la modernidad eran fruto de un esfuerzo teórico,
de una voluntad de sistema, pertenecían al ámbito del conocimiento. La
globalización es un resultado a posteriori de una revolución tecnológica,
efecto práctico de una voluntad de interconectividad y pertenece al ámbito de
la información.
Todo
ello, configura un nuevo horizonte de mayor amplitud, que apunta a la
consideración de desarrollos indagativos, tales como mercado global, cultura
globalizada, desarrollo constante de las tecnologías de la comunicación, sociedad
de la información, implicación global de los conflictos bélicos, atentados
ecológicos, el problema de la pobreza. Los nuevos desafíos traspasan fronteras
regionales y más de las veces, nuestra capacidad para pensarlos. Esto
representa un estrés intelectivo para el investigador con conocimientos
desestructurados pues, en palabras de Morin (op. cit), la “hiperespecialización
contribuye poderosamente a la pérdida de visión o concepción de conjunto pues
las mentes encerradas en su disciplina no pueden aprehender las solidaridades
que unen entre sí los conocimientos” (p. 80), así, la hiperespecialización
disciplinaria de las ciencias humanas desintegra la noción del hombre.
Por
su parte, la ontología de la ciencia moderna naturalista, que por su misma esencia
es indiferente a toda consideración ética que no sea la ética del conocimiento
y la ética del respeto a las reglas del juego científico, modela investigadores
ciegos para con la subjetividad humana, la noción de conciencia, la
responsabilidad moral sobre el devenir del Ser. Por tal, mi intención de una
disrupción a conciencia en las interpretaciones del mundo que me rodea, pues
formado en el positivismo, en sus manifestaciones prácticas de la gerencia y
las finanzas, quedaba fuera de mi comprensión el rol de las ciencias sociales
en las transformaciones sociales.
Concluyo
sí, que el estudio de lo filosófico me ha confirmado en mis convicciones
axiológicas devenidas del campo de la teología, pues asumo que el hombre tiene
a su disposición ambos lentes interpretativos, sin que por ello deban ser
excluyentes entre sí. Incluso, el
cristal de las ciencias naturales tiene su campo de acción, en la relación efectista,
la descripción para la explicación, la búsqueda de leyes universales, el apogeo
de la tecnología. Sin embargo, a los intereses de la presente investigación,
asumo en el campo de las ciencias sociales el enfoque epistemológico
cualitativo por mi intencionalidad de religar conocimientos departamentalizados
desde una visión compleja, en aras de comprender desde lo glocal y
transmoderno, desde lo axiológico absolutista y paradigmático interpretativista,
desde la intersubjetividad que subyace en lo fenomenológico-hermenéutico, para
comprender dialógicamente en el todo y sus partes, la praxis gerencial en el
contexto socio-económico venezolano desde la visión de las empresas de servicio
en el estado Lara.
Referentes Teóricos de la Investigación
En
este aparte, se considera literatura pertinente a la gerencia, la empresa,
gobierno corporativo, y algunas perspectivas que apoyan la comprensión del
contexto socio-económico venezolano y los hallazgos de la investigación, tales
como globalización, glocalidad y transmodernidad.
La Empresa: Un Organismo Social
Para
Francés (2008), la empresa es una forma de organización capaz de reunir
personas, máquinas, recursos naturales, tecnología, capital, materiales y combinarlos para realizar una actividad
productiva. Las empresas son capaces, además, de adaptarse a las condiciones
cambiantes del entorno. Se convierten en organismos sociales que desarrollan su
propia cultura y logran de las personas que las integran, su sentido de
pertenencia con ellas de manera duradera. En el mundo actual existen tres tipos
principales de empresas: las privadas capitalistas, propiedad de sus
accionistas; las privadas sociales, propiedad de sus trabajadores, como es el
caso de las cooperativas; y las del Estado.
Por
su parte, para Hisrich, Peters y Shepherd (2005) la iniciativa empresarial es
el proceso de crear algo nuevo con valor, dedicando el tiempo y el esfuerzo
necesarios, con la asunción de los correspondientes riesgos financieros,
psicológicos y sociales, con el propósito de obtener las recompensas
resultantes de satisfacción e independencia económica y personal.
Siguiendo
con la categorización de Francés (op. cit), las empresas privadas capitalistas
pueden a su vez subdividirse considerando ciertos límites ocupacionales y
financieros fijados por el Estado. En el contexto nacional, el Decreto con
Rango, Valor y Fuerza de Ley para la Promoción y el Desarrollo de la Pequeña y
Mediana Industria y Unidades de Producción Social define las pequeñas y
medianas industrias (PYMES) como toda unidad organizada jurídicamente, con la
finalidad de desarrollar un modelo económico productivo mediante actividades de
transformación de materias prima en insumos, en bienes industriales elaborados
o semielaborados, dirigidas a satisfacer las necesidades de la comunidad.
Además,
considera pequeña industria como aquellas que tengan una nómina promedio anual
de hasta cincuenta trabajadores y una facturación anual de hasta cien mil
Unidades Tributarias. Por su parte, se considera mediana industria todas
aquellas que tengan una nómina promedio anual de hasta cien trabajadores y una
facturación anual de hasta doscientos cincuenta mil Unidades Tributarias. Lo
anterior, en concordancia al artículo 5 de la referida ley.
Empero,
es válido destacar que en el ámbito local existe la Ley para el Fomento de la
Artesanía, Pequeña y Mediana Empresa del estado Lara, que define a la pequeña y
mediana empresa (PYMES) como aquellas personas jurídicas dedicadas a la
actividad manufacturera o de servicios que contribuyan con el desarrollo
económico del Estado, y que su capacidad empleadora no exceda de ciento
veinticinco puestos de trabajo directos, según lo establecido en el artículo 2
de dicha normativa.
Sin
embargo, indistintamente de la personería jurídica que adopte la organización,
de acuerdo a sus particulares necesidades y filosofía de gestión, ella nace y
se desarrolla gracias a la iniciativa, constancia y capacidad de sus
fundadores, dueños y/o administradores contratados para ello, que viene a
delinear la praxis en la toma de decisiones a nivel de la alta gerencia. Así, para
Faría, Millán y Villa (2006), el gobierno corporativo o de las empresas se
puede definir como el conjunto de leyes, regulaciones y prácticas que minimizan
el riesgo de que los gerentes expropien a los inversionistas. Este riesgo de
expropiación, señalado originalmente por Adam Smith, se deriva de la separación
entre control y propiedad que caracteriza a la empresa moderna: los gerentes
ejercen el control pero los dueños son los accionistas. Como el interés de los
gerentes puede diferir de las prioridades de los dueños, aquellos pueden
adoptar decisiones incompatibles con el objetivo de los éstos, que es maximizar
el valor de la inversión.
La
visión contractual de la empresa señala que es imposible diseñar contratos
entre los proveedores de capital (accionistas y acreedores) y los gerentes que
prevean todas las contingencias; es decir, diseñar contratos completos. Como no
es eficiente ni práctico consultar a los proveedores de capital cada vez que
surjan circunstancias imprevistas, los gerentes poseen una amplia
discrecionalidad para asignar fondos. El objeto del gobierno empresarial es
estudiar las diversas restricciones impuestas a la gerencia para minimizar el
comportamiento oportunista de los gerentes e inducir a los inversionistas a
suministrar capital.
En
las economías de mayores ingresos per cápita ha surgido el consenso de que los
gerentes deben actuar exclusivamente en defensa de los intereses de los
accionistas. Esto implica que la gerencia debe satisfacer los intereses de
acreedores, empleados, proveedores, consumidores e incluso miembros de la
comunidad no directamente vinculados con la empresa, en la medida en que
aumenten a largo plazo el valor y el patrimonio de la empresa.
La
primacía del modelo centrado en la maximización del valor de la inversión de
los accionistas se ha consolidado, en parte, por el fracaso de los modelos
alternativos, la competencia inducida por la globalización y, el surgimiento de
los accionistas como clase social. Los modelos alternativos al centrado en los
accionistas son el gerencial (que evolucionó en Estados Unidos en las décadas
de los cincuenta y sesenta), el basado en la cogestión y centrado en los
trabajadores (que alcanzó su apogeo en Alemania) y el que gravita en torno al
Estado (que imperó recientemente en Francia y regiones de Asia).
Una
expresión del proceso de convergencia en lo que respecta a prácticas de
gobierno empresarial, al menos en las economías de mayores ingresos por
habitante, es la aparición en 2004 de los “Principios de gobierno empresarial”
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Estos
principios fueron desarrollados tras extensas consultas y grupos de discusión con
los gobiernos y expertos de los países miembros de la OCDE. En palabras de
Johnston (2004), secretario general de la OCDE, los Principios contribuyen
(…) al desarrollo de una cultura de valores profesionales
y ética de negocios, fundamental para el buen funcionamiento de los mercados. La
confianza e integridad desempeñan un papel esencial en la vida económica, y
para la viabilidad de los negocios y la futura prosperidad tenemos que
asegurarnos de que ambas sean recompensadas adecuadamente. (p. 4)
El
desarrollo teorético sobre el manejo de la praxis gerencial a nivel de los
directivos que conforman las juntas de las organizaciones que dirigen,
representa un factor importante para sectores cada vez más amplios de la
población, debido al papel central que desempeñan las empresas en la economía,
al permitírseles entre otros roles, administrar ahorros personales, garantizar
los ingresos para la jubilación, la oferta de productos y servicios. Por ello,
la necesidad de los países en configurar orientaciones que guíen la toma de
decisiones a nivel de la alta gerencia, propiciando así la transferibilidad de
las mejores prácticas empresariales, así como su sostenibilidad y viabilidad en
pro del desarrollo económico y humano, de sí mismas y de las comunidades donde
hacen vida.
Sentidos de la Empresa de Servicio
Plantea
Puente (2005) que, en la era industrial, los servicios eran considerados
“productos complementarios” (p. 13), algo necesario para entregar los bienes o
productos físicos, pero que no agregaban mucho valor a la empresa ni a la
sociedad. La teoría del mercadeo comenzó a desarrollarse sobre el argumento de
que mercadear “bienes” era diferente a mercadear servicios, debido a la
naturaleza de los servicios que en palabras de Duarte (op. cit) están
constituidas por la intangibilidad, la heterogeneidad, la inseparabilidad de
los procesos de consumo y compra y, la imposibilidad de inventariar servicios.
Entre
tanto, el sector servicios ha recibido particular atención en la literatura de
Marketing, dirigiéndose una considerable parte de la investigación a establecer
las diferencias entre bienes y servicios, a estudiar la calidad del servicio,
analizar las relaciones y experiencias del cliente, así como los encuentros del
servicio. Para Puente (op. cit), una nueva tendencia desarrollada en la era
posindustrial objeta esa diferenciación, pues tales características no son
específicas de los servicios. Por ejemplo, en la mente del consumidor, un
perfume puede ser tan intangible como un servicio de comunicación; evaluar un
sistema de sonido sin instalarlo en casa puede ser tan difícil como evaluar un
servicio financiero antes de adquirirlo.
En
este sentido, las estadísticas oficiales al agrupar las actividades económicas
en sectores, impiden apreciar el hecho de que los servicios no son actividades
que solo hacen algunas empresas. Para D´Alvano y Giménez (2005), en todo el
mundo, el sector terciario o de los servicios muestra el mayor dinamismo. En
Venezuela ocurre lo mismo, según los autores, pues apenas una cuarta parte de
la riqueza proviene del sector primario (extracción y explotación de recursos
naturales) y más de la mitad del producto interno bruto generado en el país
proviene del sector servicios.
Se
concluye así, que en todos los sectores se prestan servicios, pues los clientes
contemporáneos no se limitan a consumir un producto basado en su precio o su
imagen y, desde la perspectiva organizacional, cualquiera de estas
características puede ser alcanzada y superada con una buena inversión. Por
ello, existen razones fundamentales, según Puente (op. cit), para enfocar la
empresa hacia el desarrollo de servicios, tales como, a) el tiempo: independientemente
de sus ingresos, los consumidores disponen de menos tiempo y lo valoran más, de
esta manera le atribuyen una importancia creciente al cumplimiento de los
lapsos; b) El poder de los consumidores derivado del aumento de la competencia,
haciéndolos más exigentes cuando hay opciones para cambiar al no estar
satisfechos y; c) La tecnología, que permite a las empresas agregar más valor a
los consumidores sin aumentar el precio, relacionándose también de una manera
más sencilla y personal.
En
cuanto a lo glocal, el resurgimiento masivo de la espiritualidad en Occidente,
producto de la creciente conciencia acerca de la imposibilidad, según Gómez
(op. cit), de que los problemas básicos que confronta el Ser Humano –los
morales- “se resuelvan, o siquiera se alivien, a través de la ciencia” (p. 90),
aparte del creciente poder de la empresa, que ha pasado en los dos últimos
siglos, de la pequeña firma operando en un mercado competitivo, a la gran
Corporación Trasnacional dotada de una fuerza capaz de imponerle condiciones
tanto al mercado como al Estado, entre otros aspectos, ha propiciado la
configuración de teorías filosóficas-políticas que introduzcan factores de
corrección a tendencias dañinas para el Hombre. Una de ellas, conocida como
Socialismo del Siglo XXI, es la ideología que surge como alternativa para dar
preponderancia, en el ámbito de lo económico, a lo social sobre lo rentístico, desde
la cual en la práctica se ha desvirtuado el carácter conceptual de lo que hasta
ahora configuramos como empresa privada, desmontando una parte significativa
del aparato productivo nacional, lo que constituye objeto de reflexión en
cuanto al “momentum” del sector privado venezolano, en este caso, la praxis
gerencial en las empresas de servicios, en su transitar por el laboratorio de
las ideas, valores y nuevas estructuras sociales que se vivencian en el país.
Sin
embargo, sigue vigente todo un desarrollo teorético sobre herramientas
gerenciales que propician la praxis efectiva en la intencionalidad de alcanzar
y mantener la sustentabilidad y viabilidad del emprendimiento organizacional,
indistintamente de las ideologías que permeen la concepción de la
administración pública con respecto al manejo del Estado. En este sentido,
expongo a continuación, sin otorgar una carga valorativa o categorial, según se
vayan plasmando en el discurso, algunos abordajes praxeológicos que el gerente
competente debe conocer e implementar en la presente epocalidad, tales como el
desarrollo de ventajas competitivas como elemento diferenciador.
Así,
la contribución de Porter (1980) al estudio de las estrategias empresariales
tiene dos elementos fundamentales: las estrategias genéricas y las estrategias
competitivas propiamente dichas. Las primeras de ellas se resumen en
prácticamente dos: el liderazgo en costos y la diferenciación. El liderazgo en
costos, según Francés (2005), se orienta a reducir el costo total de
producción, mientras que la diferenciación consiste en incrementar el valor,
vale decir, el precio que el comprador está dispuesto a pagar por el producto o
servicio con base en la utilidad percibida que éste le reporta. Según Porter
(op. cit), cualquier ventaja o desventaja competitiva de una empresa puede ser
explicada en términos de una ventaja o desventaja en costos o en diferenciación.
Cabe
destacar que, la estrategia basada en liderazgo en costos requiere de un
conocimiento detallado y profundo de las actividades de la cadena de valor para
identificar aquellas en las cuales se puede alcanzar ventaja en costos. Por su
parte, la diferenciación consiste en la incorporación de atributos, tangibles o
intangibles, que determinan que el producto sea percibido por los clientes como
especial o único dentro del mercado. En cuanto a la focalización, se comprende
como el centrarse en la atención de las necesidades de un grupo particular de
compradores, segmento de mercado o mercado geográfico, haciendo uso de las dos
variantes: focalización en costos y focalización en diferenciación, según
expone Francés (op. cit).
A
raíz de lo expuesto, se comprende que la tarea de la gerencia se ha
complejizado. Las empresas, para que cumplan a cabalidad su función, como
vehículo por excelencia de la actividad económica, requieren satisfacer de la
manera más equilibrada posible según Francés (op. cit) “los intereses de los
accionistas, los consumidores, los trabajadores y las comunidades” (p. 314). Al
respecto, para las empresas que operan en Venezuela y otros países en
desarrollo, aprender a servir al mercado de las mayorías, es decir, a los
consumidores de bajos ingresos, es un reto fundamental. Esto ocurre no solo por
motivos sociales o altruistas, sino como resultado de estrategias competitivas
que incrementan el volumen de ventas y la viabilidad del negocio.
Complementariamente,
el gerente está llamado a orientar su praxis en atención al desarrollo
organizacional frente al reto de la competitividad. En palabras de Chiavenato
(2010), todos los dirigentes de las compañías se preocupan por “planear e
instrumentar cambios para mejorar el desempeño de u organización, para volverla
más competitiva en un marco mundial de fuerte transformación y competitividad”
(p. 155). Sin embargo, la introducción desde la alta gerencia de cambios
significativos en el contexto interno de la organización vendrá aparejado con enormes
desafíos administrativos y de clima organizacional, si son realizados en
ausencia de una profunda reflexión e intencionalidad. En razón a ello, existen
metodologías orientadas a reducir tales conflictos, que nacen de la
extrapolación de las ciencias conductuales a la administración, conocido como
desarrollo organizacional.
Para
French y Bell, citados por Chiavenato (op.cit), el desarrollo organizacional se
define como un esfuerzo de largo plazo impulsado por la alta gerencia, con el
propósito de “mejorar los procesos de resolución de problemas y renovación
organizacional, mediante un diagnóstico y cooperativo, con la asistencia de un
consultor-facilitador y la teoría y la tecnología de la ciencia aplicada al
comportamiento” (p. 158). Entre sus características destaca la atención a toda
la organización, la orientación sistémica, el uso intensivo de agentes de
cambio, la solución de problemas, el aprendizaje empírico, la realimentación y
el desarrollo de equipos.
Sin
embargo, como doctorando me permito diferir de lo expuesto, pues según Martínez
(1997), el conductismo representa el punto culminante del enfoque mecanicista
en psicología. Con base en un conocimiento detallado de la fisiología humana,
“los conductistas crearon una psicología desprovista de mente” (p. 196), donde
los fenómenos mentales quedaban reducidos a modelos de comportamiento, y éste
era el resultado de varios procesos fisiológicos regidos por las leyes de la
física y de la química. Para John Watson, fundador del conductismo, en su concepción
de biologista, pretendía dar a la
psicología la categoría de ciencia natural objetiva. Tal incoherencia
filosófica me motiva a plasmar como científico social, otros referentes
teóricos que acompañen la interpretación y comprensión de las herramientas
gerenciales y del contexto socio-económico venezolano.
Por
ello, considero apropiado referir los aportes de Marchesi y Sotelo (2002), en
cuanto a la teoría del desarrollo humano, como un paso más hacia la consecución
de mayor calidad de vida, proceso en el cual se amplían las oportunidades del
hombre en áreas tales como “disfrutar de una vida prolongada y saludable,
adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un
nivel de vida decente” (p. 115). En este orden de ideas, el empresario, en
palabras de Márquez (2009) “tiene sin
dudas, responsabilidades éticas y morales ante el destino del hombre” (p. 51).
El éxito en la aplicabilidad de las herramientas gerenciales en su contribución
al crecimiento organizacional, no justifica, desde mi parecer, el tratamiento
del capital humano como un recurso físico, financiero o tecnológico, carente de
sentido, sensibilidad, espiritualidad.
En
cuanto a las políticas socio-económicas que inciden en el desarrollo
organizacional, Churión (op. cit) afirma que “la macro y la microeconomía se
complementan una a otra, ya que no son completamente independientes” (p. 21),
queriendo significar que la acción del Estado irremediablemente va a impactar
el entorno de la empresa, favorable o negativamente. A raíz de ello, sin el
conocimiento de los aspectos referidos a la naturaleza macroeconómica, es de
gran dificultad interpretar lo que acontece en una empresa.
Las organizaciones frente a la Globalización y su Incidencia
en lo Local
Para
Rodríguez (op. cit) el fenómeno de la globalización no puede reducirse hoy al
mero inicio del “sistema mundial capitalista” (p. 28), que algunos remontarían
al siglo XV con el surgimiento del capitalismo. Con el propósito de caracterizarlo,
la autora cita a Beck (1998) quien establece una diferenciación entre
globalismo, globalidad y globalización, así:
Por “globalismo” entiende la concepción según la cual el
mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político, es decir, la
ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo. La
noción de “globalidad” apuntaría a la constatación de estar viviendo en una
“sociedad mundial” donde no existen espacios cerrados. Dicha globalidad se
pretende irreversible precisamente porque responde a profundos procesos, aunque
no todos al mismo nivel, de globalización económica, política, social,
cultural, ecológica, entre otros. Así, “globalización” aglutina, responde y da
nombre a todos aquellos “procesos en virtud de los cuales los Estados
nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores
transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones,
identidades y entramados varios (p. 29).
Todo
ello configuraría, según la autora, un horizonte no ciertamente nuevo, pero sí
cada vez estructurado de manera más coherente y consolidada, que apuntaría las
siguientes líneas generales: mercado global, cultura global, desarrollo
constante de las tecnologías de la comunicación, sociedad de la información,
política mundial postinternacional y policéntrica, implicación global de los
conflictos bélicos, transculturales, los atentados ecológicos y el problema de
la pobreza. Esta constante presencia de flujos y conectividad constituye un
naciente proceso de totalidad, cuyo modelo no es jerárquico o piramidal, sino
reticular, desorganizado, sin centro hegemónico.
Por
ello, si la consolidación del Estado nacional dirigió el impulso moderno, y la
sociedad postindustrial representó un fluido esfuerzo por dotar de sentido a
los organismos internacionales, intentando ampliar el modelo político moderno
de un renovado y plural contrato social, la globalización muestra las
limitaciones del modelo estrictamente político, incorporando los recientes
actores financieros, movimientos no gubernamentales y mediáticos, sin que resulte
pensable o deseable la idea de un gobierno mundial, aun fundado en vagos
principios democráticos o de respeto a normas compartidas como los Derechos
Humanos.
Sin
embargo, para Toffler (2006) la globalización “es el término peor comprendido,
más engañoso y peor usado de todo el léxico económico” (p. 126). El autor
plantea que Estados Unidos, como el principal propulsor de esta dinámica, diseñó
la tesis de que el “laissez faire” en privatización y desregulación traerían la
democracia al concierto de naciones, “como si cualquier fórmula mecanicista y
homogénea funcionara en todas partes sin tener en cuenta las diferencias de
religión, cultura, historia, ni los niveles de desarrollo económico e
institucional” (p. 293). Este transcurrir entre una economía y sociedad
industrial a una economía y sociedad transfronteriza basada en el conocimiento,
tiene implicaciones en lo microeconómico, pues los directivos formados para gestionar
los asuntos de las empresas corrientes se encuentran cada vez más enfrentados a
temas sociales, políticos, culturales, jurídicos, medioambientales y
tecnológicos de alcance global, de creciente trascendencia y complejidad.
Aunado
a ello, el gerente debería ser capaz de comprender la complejidad como contexto
situacional y epocal, cuyo marco social con tendencia a la entropía, entendida
como la emergencia del desorden por sobre el orden, de lo desorganizado por
sobre lo organizado, convoca a actores competentes para la neguentropía,
término asomado por Morin (1990) para significar “el desarrollo de la
organización, de la complejidad” (p. 49), de la transformación constante de una
realidad presente en otra concebida intelectualmente denominada futuro, en un
transitar que vaya llenando paulatinamente las brechas existentes entre ambas
realidades, la cual nunca pretende comprenderse como intento de logro acabado
sino de un proceso recursivo, donde el artífice es consciente que los objetivos
y propósitos alcanzados no se sostienen por sí mismos de manera perpetua, lo
que amerita la actuación decisoria y supervisora del gerente, para la
imbricación de lo personal con lo organizacional y societal, lo aleatorio y
caótico con lo racional y reflexivo, en la pretensión para ordenar, estructurar
y mantener la empresa, acorde al avance y/o retroceso de los procesos sociales
epocales.
De
allí, la urgencia por un pensamiento y praxis gerencial que pueda comprender e
interpretar, describir y explicar, concebir e implementar, ante una epocalidad
que se cierne abundante en la información y escasa en su reflexión, con avances
tecnológicos impensables y retrocesos morales insondables, que impactan el Ser
de formas favorables y desfavorables a su vez, impidiendo la postura
reduccionista como manera de mirar y concebir el mundo, por la incalculable
cantidad de incomprensiones e incoherencias que saltan al análisis y abruman el
espíritu. En este sentido, Bachelard (2010) expone que “se conoce en contra de
un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando
aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza a la espiritualización” (p. 15),
significando que lo que cree saberse claramente pudiera ofuscar lo que debiera
saberse, bien sea por los prejuicios en nuestra manera de entender, obstáculos
epistemológicos que nos ciegan ante potenciales comprensiones, arraigo con lo
conocido que nos aturde en la seguridad en desmedro de la libertad, pereza
intelectual que nos lleva a vivir la vida sin vivirla, que deviene en pérdida
del sentido humano ante la oportunidad para su desarrollo a plenitud.
Así,
el contexto socio-económico venezolano representa un gran desafío
interpretativo para gerentes que lideran organizaciones del sector privado, así
como funcionarios responsables de la hacienda pública, debido a una concepción
clásica que concibe como error aquellas contradicciones que emergen de su
razonamiento sobre lo económico y social. Sin embargo, desde la visión
compleja, se podría significar tal error como un hallazgo que se aloja en una
capa más profunda de la realidad, que justamente por ocultarse a tal nivel,
pudiera ser incomprensible a nuestra lógica actual. De este modo, fue necesario
asumir el sentido de la complejidad, para que el desarrollo de la presente
investigación prestara atención al carácter multidimensional de la praxis
gerencial y del contexto socio-económico de la contemporaneidad venezolana.
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