miércoles, 2 de diciembre de 2015

Tesis doctoral. Segunda Instancia Cognitiva. Antecedentes y Referentes Teóricos




SEGUNDA INSTANCIA COGNITIVA

ANTECEDENTES Y REFERENTES TEÓRICOS

En este momento de la indagación, se referencian trabajos de investigación internacionales y nacionales pertinentes a la praxis gerencial y los contextos en los cuales se desarrolla, que a pesar de su fecha de emisión, aun contribuyen en la configuración del estado del arte de la temática en estudio, brindando sustento teórico pertinente y actualizado, pues el desarrollo teórico en el ámbito gerencial se circunscribe en más de las ocasiones, al diseño e implementación de herramientas gerenciales que se articulan una vez por década, como ha sido el caso de la calidad total, la reingeniería o el cuadro de mando integral. Igualmente, se presentan los referenciales teóricos que se constituyen en saberes preliminares, permitiendo una orientación sobre el fenómeno social a investigar.

Estudios Previos

Luego de realizar una revisión sobre tesis doctorales, en el ámbito internacional, se identificó el estudio de Duarte (2004), sobre los Factores determinantes y críticos en empresas de servicios, para la obtención de ventajas competitivas sostenibles y transferibles a estrategias de globalización: Un análisis de la industria del software, presentado en la Universidad Autónoma de Barcelona, España, en el cual se investiga desde la perspectiva del Marketing, aquellos elementos que propician la formulación de ventajas competitivas de transferencia global, por parte de las empresas de servicio, vista su importancia en cuanto a participación porcentual en el PIB de países industrializados y bloques económicos.
El autor expone que la investigación gira en relación a tres temáticas fundamentales: el marketing de servicios, las ventajas competitivas sostenibles y las estrategias de globalización. Sostiene que existe poca literatura que aglutine estas dimensiones del campo empresarial, adicional a la complejidad que representa el categorizar las organizaciones que pertenecen a este sector, en constante crecimiento por sucesos de índole económico, político, comercial y social, tales como el gran desarrollo de los países altamente industrializados, el derrumbe de barreras comerciales y arancelarias, la desregulación de diversos sectores, una mayor intensidad de movimientos migratorios entre diversos países, el gran desarrollo de nuevas tecnologías de información, entre otros aspectos.
  Teóricamente, se trataron los elementos y procesos del servicio, los factores macroeconómicos y microeconómicos que inciden en su internacionalización, así como los aspectos básicos de la globalización. En cuanto a las ventajas competitivas, plasmó lo relativo a la creación y transferencia de las mismas, los costes y diferenciación.
Metodológicamente, el autor plantea un análisis exploratorio desde la investigación cualitativa, enfocándose en el estudio de casos. Para ello, los datos provinieron de entrevistas semi-estructuradas aplicadas vía correo electrónico a ejecutivos y directivos de cinco empresas del sector, y como fuentes secundarias, el material que publican las empresas en sus anuarios, reportes de ventas, adquisiciones, catálogos, entre otros, lo que permitió construir y analizar los casos de cada empresa.
Las conclusiones versan sobre las habilidades internas de las empresas para la configuración de algunos factores que permiten el logro de ventajas competitivas, aunque las mismas no son exclusivas de ninguna de ellas. Por su parte, algunas cualidades del país de origen propician su participación comercial en la arena global, aunque esto no otorga ninguna ventaja sobre competidores locales. El autor concluye que las empresas están llamadas a ser competitivas en los mercados locales y todo depende de su capacidad gerencial para innovar en aras de su sostenibilidad y viabilidad.
La pertinencia de este estudio, denota la teorización sobre las empresas de servicio, características, potencialidades y la necesidad de estandarizar sus operaciones, en aras de exponer las mejores praxis empresariales para el aprovechamiento de las ventajas competitivas indispensables que inciden en su permanencia en los mercados de origen, así como la expansión a mercados internacionales.   
Por su parte, la tesis doctoral de Lezama (2006), titulada Lo global y lo local en Venezuela: El proceso modernizador y su impacto en Ciudad Guayana 1960-2000, presentada en la Universidad de Granada, España, expone que para el caso Venezuela, la correlación global-local se manifiesta a través de la inserción de la economía venezolana a la economía del mercado global como consecuencia de la explotación petrolera a partir de 1917.
El aporte de la investigación versa sobre la generación de nuevos conceptos e hipótesis de trabajo para evaluar las características e impactos de la denominada “globalización” en la dispersión de fronteras geográficas y centros de decisión nacional, así como la emergencia de problemas sociales, políticos y culturales locales. Se intenta dar una visión de conjunto, a fin de descifrar las líneas de fuerza que actúan en el ámbito de lo global-local en Venezuela, y de manera específica en Ciudad Guayana.
En esta perspectiva, la autora trata la globalización como fuerza impulsora de la transformación en equilibrio de las relaciones existentes en la economía y la sociedad, la idea de progreso, modernización y desarrollo económico, la articulación de lo local y lo global desde la historia regional y local y, por último, la ciudad como difusor de lo global.
Por su parte, la metodología utilizada se fundamenta en el paradigma interpretativo, pues significa el sentido de las acciones de los sujetos. En la investigación, hace uso de una triangulación metodológica, entendida como la aplicación de distintas metodologías en el análisis de una misma realidad social. Los métodos sometidos a la triangulación son el histórico, el cualitativo y el comparativo.
La investigadora concluye que la globalización genera la aceleración del proceso de urbanización nacional y local, potencia la creación y destrucción de espacios ya existentes, incrementa el desarrollo desigual entre regiones del país e introduce una diversidad creciente en la estructura sociopolítica, económica y cultural urbana a través de intensos procesos migratorios.
La investigación es pertinente al presente estudio, pues se propone develar las relaciones, muchas veces en tensión, que existen entre las acciones foráneas que propician la globalización y su impacto en los procesos locales, ya que trata el caso venezolano desde las dimensiones socio-económica, político-institucionales y socio-cultural, articuladas a las realidades latinoamericana y mundial.
Otra investigación internacional que aporta orientaciones a este estudio, es el trabajo de Córdoba (2008) denominado Entre la modernidad y la globalización. La encrucijada de la cultura latinoamericana, presentada en la Universidad Complutense de Madrid, España, donde plantea una revisión de la manera en que tanto la modernidad como la globalización se han insertado en América Latina y cómo ambos fenómenos han incidido en la construcción de la identidad de las naciones de la región. En un primer momento, la autora hace un recorrido por definiciones como modernidad, postmodernidad, modernización, globalización y democracia, entre otros, para de allí señalar, qué factores reales o hipotéticos de estas dimensiones se han añ[+]adido también al contexto latinoamericano.
El trabajo desglosa un análisis sobre dos discusiones que se han dado en torno a la existencia de la modernidad en América Latina. Lo que se piensa sobre esta región y lo que realmente es, navegando la región entre el mito y la utopía. La primera –denominada visión filosófica- resume que la región no es moderna y que anda en busca de su modernidad, ya que ha sido fruto de una colonización, la española, que en lugar de insertarla a la modernidad únicamente le dio un rostro y una cultura a semejanza de ella. España no era moderna y por lo tanto tampoco exportó los ideales de la nueva era a sus nuevos territorios: en lugar de democracia hubo autoritarismo y en lugar de la crítica, una imposición de las ideas escolásticas.
La siguiente visión, denominada sociológica, hace una crítica al anterior análisis y se centra más en los factores históricos y estructurales de la modernidad latinoamericana. El autor citado señala que a la región se le ha querido ver con la misma racionalidad europea y se le critica por sus excesos y omisiones, no por lo que es la región. Y para ellos, Latinoamérica es moderna, porque ha recogido, al igual que Europa, el secularismo, la diferenciación, la hegemonía del poder, además de haberse insertado a la internacionalización del capital a través del binomio exportación-importación y a los mercados simbólicos de la cultura, sobre todo a partir de los años treinta del siglo veinte, según plantea Córdoba.
Entre los referentes teóricos, la autora expone las perspectivas históricas, filosóficas y sociológicas de la modernidad, vista desde Latinoamérica, la modernidad y su relación con el desarrollo económico y político, el postmodernismo económico, político, social y cultural, el proyecto de construcción de la modernidad latinoamericana y por último, la globalización económica, financiera, política y su relación con la configuración de los Estados-Nación.
En cuanto a lo metodológico, la autora no expresa su cosmovisión ni su abordaje investigativo. Por el contrario, construye el discurso desde el mismo inicio de su tesis.
Entre las conclusiones más relevantes expone, que las anteriores visiones no teorizan sobre el surgimiento de la modernidad en la región, debido a las formas abruptas como esta mirada se ha implementado en los diversos países que la conforman, no tomando en cuenta el crisol social y las distintas heterogeneidades que existen al interior de cada nación. Es con ello que América Latina accede a la globalización, a través de las exigencias del mercado y capital internacionales y del liberalismo político con la democracia, sin antes haber superado sus problemas, por el contrario, surgen otros, haciendo aún más complejas a las sociedades, lo que en parte lastima la democracia, la gobernabilidad y la política misma.
La investigación es pertinente a este estudio en cuanto desglosa la discusión globalización-cultura latinoamericana, pues surgen mecanismos de defensa diseñados para enfrentarse a los innumerables cambios globales economicistas, políticos y culturales. Sin embargo, la baja diversificación de nuestras economías, la poca competitividad y los altos niveles de endeudamiento, aunado a las posturas locales fijadas por la cultura, inciden en la perenne condición de países en desarrollo, sin encontrar una vía aún para el crecimiento económico y el desarrollo humano con sostenibilidad y viabilidad. 
Agulló (2009), en su estudio doctoral titulado La coherencia ética en la gestión de los recursos humanos como un factor clave para la forja del ethos corporativo, presentada en la Universidad Ramon Llull, España, revisa conceptos básicos de ética empresarial, analiza las limitaciones actuales de su implementación, argumenta la necesidad de gestionar los recursos humanos para un actuar con coherencia ética y explora, mediante una investigación cualitativa, mediante la aplicación de quince entrevistas, a responsables de recursos humanos, oportunidades y limitaciones del departamento de recursos humanos de implementar acciones para el desarrollo humano.
Para la autora, el modelo actual de gestión empresarial está centrado en lograr el máximo beneficio económico a corto plazo, para satisfacer a los accionistas; midiendo el éxito casi exclusivamente por la rentabilidad. Sin embargo, existe una fuerte demanda de ética que solicita incluir en la definición de éxito parámetros como el crecimiento sostenible a medio y largo plazo, el impacto social y ecológico de la actividad, el respeto por los derechos humanos, entre otros. Este creciente interés por la ética en [+]la empresa es además compartido por diversos “stakeholders”.
Siendo así, la empresa debería revisar su organización y su forma de trabajar, redefiniendo la manera como gestiona el negocio y genera riquezas, cuestionarse cómo forjar un ethos corporativo que incluya a todas las partes interesadas. No obstante, las prácticas de ética empresarial como el buen gobierno, los códigos de valores, las memorias de responsabilidad social, entre otros, aunque imprescindibles, fallan en la implementación. Bajo el concepto de coherencia ética se pretende cohesionar elementos claves  para integrar la ética en el día a día. El departamento de recursos humanos, como eje dinamizador, necesita actuar con coherencia ética y al mismo tiempo fomentarla, convirtiéndose en el departamento clave para la forja del ethos.
Para la configuración de la investigación, se utilizó como referentes a la ética y sus principios de autonomía, justicia y beneficencia, a fin de dar paso a la ética empresarial desde sus perspectivas macro, meso y micro, en pro de comprender la responsabilidad social y su interrelación con la ética empresarial. Igualmente, se hizo una aproximación teorética en cuanto a los consumidores, inversores y empleados, develando la ética que vivencian. Una segunda parte versó sobre la humanización de la gestión de los recursos humanos, la planificación, reclutamiento, evaluación y formación, así como una interpretación desde el desarrollo organizacional hacia el desarrollo humano.
La investigación, es de naturaleza cualitativa, su propósito es exploratorio, según el autor, diseña una entrevista en profundidad para ser compartida con quince organizaciones que contaron con una plantilla mayor a cien empleados, en la ciudad de Cataluña, España. En este aparte, el investigador plasmó sus asunciones filosóficas en torno a la aproximación constructivista, los procesos específicos de la investigación en cuanto a la elaboración y revisión de la guía de una entrevista, así como la definición de la muestra intencional y obtención de hallazgos en empresas que hacen vida en áreas tales como consultoría, finanzas, turismo, alimentación, auditoría y textil.
Las conclusiones muestran que es condición indispensable, para afrontar la actual demanda de ética y la forja del ethos corporativo, la gestión de los recursos humanos desde la coherencia ética. Al respecto, plantea que la misma debería ser una prioridad estratégica a largo plazo y fin de planificarse y evaluarse como tal. Sin embargo, también existen importantes frenos para el "fomento de la coherencia ética", siendo el principal la escisión en la empresa entre la dimensión ética y la económica. Una nueva definición de éxito empresarial y, por tanto, una nueva concepción de empresa preocupada por cómo genera las riquezas, son imprescindibles para la forja del ethos corporativo y la asunción de la responsabilidad de las empresas como principales agentes de cambio en las sociedades contemporáneas.
Los aportes de la investigación son pertinentes con base en el entendimiento de los entrevistados en relación al Desarrollo Humano, qué prioridad le dan y significar el surgimiento espontáneo en el proceso de entrevista, en torno a la temática de la ética empresarial. Por su parte, la prioridad que los entrevistados le dan a la gestión del recurso humano como elemento diferenciador en el éxito organizacional. Así como, los frenos y motores del recurso humano en relación a la responsabilidad, creencias y resistencias individuales, cultura empresarial, recursos disponibles y enfoque del estilo gerencial.
En el ámbito nacional, Gascón (2009) genera teoría en su tesis doctoral Aproximación teórica a la ontología del liderazgo gerencial de las PYMES Lara, en el contexto de la globalización y los cambios socio-económicos-políticos del país, desde una visión transmoderna, presentada en la Universidad Yacambú, al develar la naturaleza, características y significados que le atribuyen veintidós gerentes de PYMES en el estado Lara, académicos y representantes de instituciones, a la ontología del liderazgo gerencial en pequeñas y medianas empresas que hacen vida en el estado Lara, considerando la influencia de la globalización y los cambios en el contexto situacional socioeconómico y político de Venezuela, todo ello desde una visión transmoderna.
El autor argumenta que en Venezuela y por lo tanto, en el estado Lara, el liderazgo gerencial se ve amenazado por una posible inadaptación a los requerimientos de formación gerencial, un marco regulatorio del Estado y un entorno económico poco favorable para alcanzar la exportación, así como la necesidad de actualización económica, vivenciándose una sustitución progresiva de fomento a la libre empresa por una filosofía de carácter socialista-nacionalista, lo cual desencadena una corriente de incertidumbre que impacta sobre el empresariado. Sumado a lo anterior, los factores socioeconómicos de alcance global, inciden también en los ciclos de expansión y contracción, por la cualidad microeconómica que tiene el acto gerencial.
En cuanto a los referentes utilizados, el investigador profundiza sobre la dimensión ontológica del liderazgo gerencial, las organizaciones venezolanas y su gerencia, las PYMES del estado Lara y su transición hacia la transmodernidad. De igual manera, ahonda sobre la globalización y la sociedad en red como epifenómenos de la transmodernidad del mundo desarrollado, los cambios en la epocalidad de desarrollo investigativo y la relevancia del pensamiento complejo como una manera de acercarse a la realidad empresarial.
La investigación es de carácter cualitativo, bajo la perspectiva epistemológica del construccionismo social, paradigma interpretativo, adscribiéndose a las corrientes fenomenológico-hermenéutica, es un estudio de campo, con entrevistas semiestructuradas y observación no participante como técnicas para el acopio de la información.
De manera prospectiva, el autor plantea las dificultades que afrontarán las PYMES para su sostenibilidad y crecimiento en los tiempos próximos, motivado al entorno que para el año 2009 estaba en constante transformación y configuración. Para ello, se plantearon una serie de líneas de acción pues sus características propias las hacía más desprotegidas y castigadas en los eventos futuros.
Esta tesis doctoral es pertinente en cuanto constituye la génesis de mi transitar investigativo. El autor declara la necesidad de profundizar el conocimiento sobre la gerencia a nivel local, sus características, evolución y situación actual en aras de permitir a la alta gerencia conocer sus debilidades y fortalezas para generar las acciones necesarias que permitan afianzar su posicionamiento. Por su parte, la visión empresarial desde la complejidad, al postular la no-linealidad de los procesos evolutivos, vistos desde la glocalidad, permitiría la sustentabilidad y viabilidad de las PYMES Lara, en concordancia con el principio de dialogización y su vocación autopoiética, que permita impulsar el orden a partir del desorden que emergía en la epocalidad de la investigación.
En Venezuela, también se encuentra el trabajo de García (2014), quien plantea La gerencia de la tecnología verde para la responsabilidad social en las empresas de  telecomunicaciones, tesis presentada en la Universidad Fermín Toro, donde el autor se propuso generar una aproximación teórica acerca de la gerencia de la tecnología verde en las empresas de telecomunicaciones para el desarrollo de la responsabilidad social empresarial, en aras de fortalecer las capacidades gerenciales de planificación, enfocadas en un desarrollo económico sostenible, para la preservación de los recursos naturales del planeta haciendo uso innovador de tecnologías limpias.
En virtud de lo expuesto, el autor inquiere sobre una creciente preocupación de la alta gerencia en la sobreexplotación de los recursos naturales, motivado en parte a los patrones que impone una modernidad que vivencia una ética poco interesada en la sostenibilidad. Sobre este particular, el mundo empresarial requiere una gerencia basada en estrategias corporativas de responsabilidad social que converjan en un ejercicio gerencial que promueva prácticas más responsables, en la búsqueda de un equilibrio entre las dimensiones ambientales, económicas y sociales que permitan un desarrollo sostenible.
Los referentes teóricos de la investigación se constituyeron en torno a las organizaciones, la gerencia ambiental, huella ecológica y tecnología verde, la responsabilidad social empresarial, las teorías de la autopoiesis, sistemas, cibernética, auto-eco-organización y la acción comunicativa, para dar contexto a la investigación en cuanto al estudio de la empresa Inter de Venezuela, la sostenibilidad ambiental a través de políticas de responsabilidad social, así como la virtualización creativa para la innovación, mediante la computación en las nubes, comprendidos como los hallazgos más relevantes.
De esta manera, presentó una aproximación teórica construida sobre fundamentos ontológicos, epistemológicos, axiológicos y gerenciales, con los testimonios de las vivencias, experiencias y reflexiones de los actores sociales, lo cual posibilita un nuevo camino en el ejercicio gerencial, más comprometido socialmente, ético y transparente, donde se repiensa la gerencia estratégica en cuanto al uso de tecnologías limpias, manteniendo un equilibrio constante con el ambiente en el cual se desarrollan las organizaciones. Así, brinda aportes a la comprensión y elucidación del proceso gerencial en el terreno de la interacción humana en la gerencia de la tecnología verde para la responsabilidad social en las empresas de telecomunicaciones.
La investigación es pertinente al presente estudio, en los aportes de gerentes venezolanos a la reflexividad desde el entorno local, la tropicalización de teorías gerenciales para su adaptación al mercado venezolano, el abandono de una visión mecanicista de la organización para integrarse en ambientes sociales orientados a la responsabilidad de la empresa con la comunidad que le rodea, como una estrategia de co-desarrollo humano y económico que propicia la sostenibilidad y viabilidad de la organización así dirigida.



Razón Epistemológica

Entender la modernidad correctamente prefigura un ejercicio de recuperación. En este constructo, la identidad personal y la moral, son temas que se acompañan de manera reticular. Así, considero propicio exponer un breve recorrido en la historia del Hombre para señalar de manera intencional, eventos que sirven de fuente en la construcción del yo investigador, configurando mi cosmovisión en cuanto a lo axiológico, y desde allí, fijar postura en mi manera científica de abordar el presente estudio que presupone criterios de demarcación cuya rigurosidad académica y coherencia procedimental en su desarrollo, anhela epistemológicamente, un conocimiento científico social aceptable, legítimo, de valor.
Desde el campo de la Fe, asumo que el “´ayin”, término hebreo que expresa inexistencia en una connotación absolutista, es utilizado en el pentateuco para referirse a un tiempo antes de los tiempos, cuando la tierra estaba desordenada, vacía, y donde el vapor regaba la faz. Incluso antes, no existía la tierra, ni los cielos. Por su parte, “bara´” describe el acto de creación cósmica de la nada, material ex nihilo, cuyo verbo tiene como único sujeto, al Eterno. La declaración con la cual se da inicio al canon bíblico tiene un significado teológico muy profundo para mí: “En el principio creo Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1), piedra angular de la teoría creacionista.
Este relato, uno de los más ricos tesoros de la literatura universal de todos los tiempos, conformado por una colección de antiguos escritos judeo-cristianos compilados en una obra llamada Biblia, da respuesta inicial para algunos y para mí particularmente, a un escenario descrito por Rodríguez (2004) “la situación de desamparo en la que el ser humano necesita desgarradamente la creencia en un Ser Supremo, bien por la ausencia de sentido, la nada como horizonte o la pequeñez en la infinitud" (p. 21).
Quiero creer que, en el metadiscurso del cristianismo, el Ser se estrena con dignidad y como gerente. Hombre que gestiona los recursos disponibles para alcanzar la subsistencia, proveer a su familia, ofrendar a su Creador, extender el territorio, desarrollar su potencial. Desde el canon bíblico emerge una declaración de fe: “Tomó pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Génesis 2:15).
Desde tal estadio, el hombre en sociedad se pasea por la temprana historia en un devenir religioso y político de carácter adualista. En un orden cronológico imposible de entenderse en progreso lineal, solo permite vestigios referenciales de ciertas civilizaciones en cascada de rupturas históricas, tal como la hebrea (teocracia, jueces y monarquía), babilónico, medo-persa, helenístico, romano pagano, romano papal, entre otros, donde prevalece el sentimiento de sacralidad. En estos siglos, se comprende al hombre como regente de lo agrario, conformando una visión premoderna de la humanidad.
Ya en occidente, el advenimiento de la iglesia romana al poder marca el principio de la edad media. Así, el asiento del poder del papado queda fijado en la ciudad imperial, desde donde se ensalzan ciertas tradiciones humanas (día de adoración, perfectibilidad de la iglesia, pago de indulgencias, inmortalidad del alma, entre otras) con obligatoria aceptación por parte de los reyes, emperadores y el pueblo de la época. Para quienes osaban cuestionar, el siglo XIII ve surgir la más terrible de las maquinaciones: la Inquisición. Durante siglos Europa poco progresó en las ciencias, las artes y en la civilización.
Sin embargo, personajes como Wiclef, Tyndale y Wesley en Inglaterra, Juan Hus y Jerónimo en Bohemia, Lutero en Alemania, Zuinglio en Suiza, Calvino en Francia, entre tantos otros y en diferentes siglos, se opusieron denodadamente contra este sistema que no reconocía el derecho que tiene todo hombre de adorar a Dios según los dictados de su conciencia, e incluso de no adorarlo, de no creer. De esta manera, se desarrolla la Gran Reforma.
He aquí, un período especial de la historia: la Revolución Francesa. En 1793, el siglo brillante de Luis XIV, Francia se constituye en la única Nación en la historia del mundo, que por decreto de su asamblea legislativa declaró que no hay Dios. Se ejecuta la matanza de los creyentes y se instaura el culto a la diosa de la razón, donde una mujer libertina homenajeada ante la convención nacional de este país, se consideró como la representación más perfecta de la razón, que las más altas autoridades civiles y legislativas venerarían en lo adelante. Así celebraron los franceses el único culto “verdadero”: el de la libertad, el de la razón.
Es pertinente traer a colación lo afirmado por Voltaire, citado por White (2011): “Estoy cansado de oír de continuo que doce hombres establecieron la religión cristiana. Yo he de probar que un solo hombre basta para destruirla” (p. 289). Transcurrido un tiempo, los hombres comenzaron a sentirse descontentos con los resultados del racionalismo y este mismo cuerpo legislativo adoptó una resolución que rescindía esos decretos y concedía tolerancia a las Sagradas Escrituras.  En 1798, muere el papa Pio VI, por orden de Napoleón Bonaparte.
Dentro de este contexto, peregrinos holandeses partieron hacia las tierras del Nuevo Mundo, huyendo de la persecución religiosa. El deseo de tener libertad de conciencia fue lo que dio valor para exponerse a los peligros de un viaje a través del mar. Una vez llegados, los colonos acordaron que solamente los miembros de la iglesia tendrían voz en el gobierno civil. Se constituye de nuevo, una especie de iglesia de Estado y no se hizo esperar el resultado inevitable de semejante medida: la persecución.
Las colonias débiles y aisladas vinieron a convertirse pronto en una confederación de estados poderosos, y el mundo pudo fijarse admirado en la paz y prosperidad de una “iglesia sin papa y de un estado sin rey”. En un proceso de cientos de años, el mensaje protestante de responsabilidad personal, laboriosidad, integridad, servicio al prójimo se destaca en comparación a la concepción fatalista enseñada por la religión oficial. Desde el albor del capitalismo en el siglo XV, un profundo quiebre se produce en la civilización occidental desde el Nuevo Mundo: el salto de la premodernidad a la modernidad, con la separación entre la iglesia y el Estado. En torno a ello, Taylor (1996) reconoce ciertamente que



Una de las influencias formativas de la ética del trabajo de la cultura moderna capitalista, al menos en el mundo anglosajón, fue aquella postura espiritual que hacía hincapié en la necesidad de un trabajo continuo y disciplinado, un trabajo que debería beneficiar a la gente y por ende ser eficaz, y que instaba a la sobriedad y al comedimiento en el goce de sus frutos (p. 242).


Al llegar a este punto considero que, para parte del protestantismo y desde mi postura ontológica, la ley moral contenida en los diez mandamientos y sancionada por los profetas sigue en vigor para toda la humanidad y por todos los siglos, porque no depende de ninguna consideración de tiempo ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia sujeta a alteración, sino que depende de la naturaleza de Dios mismo, de la del hombre y de la invariable relación que existe entre uno y otro. Asumo así una ética absolutista según deviene de religiones universalistas, como el cristianismo en este caso.
Desde la perspectiva filosófica, la modernidad se concibe como el esfuerzo ilustrado para desarrollar desde la razón, las esferas de la ciencia, la moralidad y el arte, separadas de los ámbitos de la metafísica y la religión. Si lo anterior se plantea en el terreno de la teoría, la concreción material se manifiesta en la revolución industrial, avances científicos, crecimiento demográfico, desarrollo de la tecnología, expansión de los mercados, capitalismo. Para algunos, el desarrollo material parece una constante mientras que los fundamentos teóricos han sido fuertemente criticados, pues su sustancia político-moral, sus tradiciones democráticas y liberales son tan frágiles, que su debilitamiento podría conducir a una recaída en la barbarie.
Eso es pues, la modernidad. Un conjunto coherente de racionalidad, anclada en la posibilidad y legitimidad de los discursos globales donde todo ocupa el lugar adecuado. El conocimiento responde a un modelo objetivo y científico, validado por la experiencia y el progresivo dominio de la naturaleza, consolidado en un desarrollo de la técnica, como bien expresa Rodriguez (op. cit.).
Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX aparecen diferentes corrientes de un movimiento de difícil conceptualización bajo el paraguas de la postmodernidad, que entre características comunes destacan: la promoción del pluralismo y la diversidad, la inclusión de los marginados y oprimidos, el cuestionamiento a los textos históricos y literarios en cuanto a su objetividad inherente, el lenguaje como modelador del pensamiento y creador de la verdad, la verdad como perspectiva o contexto en contraposición a la universalidad. Tales postulados son fuente de oposición a la cultura moderna o indican ciertas crisis de ésta.
La cosmovisión de la postmodernidad renuncia a las utopías y a las ideas del progreso contínuo. Se apuesta a la carrera del progreso individual. Reconoce los límites de las ciencias modernas en cuanto a la generación de conocimiento verdadero, se desacraliza la política, se desmitifica a los líderes, se cuestionan las grandes religiones y desaparecen los idealismos. Hay una búsqueda de lo inmediato. Se pierde la fe en la razón y la ciencia, pero se rinde culto a la tecnología. El subjetivismo impregna la mirada de la realidad. Las teorías conspirativas sirven para explicar los desafíos económicos, políticos, sociales, religiosos y medioambientales.
La axiología postmodernista se manifiesta en el relativismo cultural y en la creencia de que nada es totalmente malo ni absolutamente bueno. Es una moral que cuestiona el cinismo religioso predominante en la cultura occidental y hace hincapié en una ética basada en la intencionalidad de los actos y la comprensión inter y transcultural de corte secular de los mismos. Es una nueva forma de ver la estética, un nuevo orden de interpretar valores. Es la preeminencia de los fragmentos sobre la totalidad, ruptura de la linealidad temporal, pérdida de la cohesión social y la primacía de un tono emocional melancólico y nostálgico. Es el paso del pensamiento fuerte, metafísico, de las cosmovisiones filosóficas bien perfiladas, de las creencias verdaderas, al pensamiento débil, a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar despreocupado
 El fin de la guerra fría, como consecuencia de la caída del comunismo fallido, teniendo como máximo símbolo la caída del muro de Berlín podría considerarse como la cristalización de un nuevo paradigma global, un nuevo Gran Relato, cuyo máximo exponente social, político y económico es la globalización. Este paradigma debe recuperar los retos de la modernidad y las críticas postmodernas. En palabras de Rodríguez (op. cit), se entra en una nueva etapa denominada Transmodernidad.
La Transmodernidad, como concepto, evidencia una conciencia de la crisis moderna, la insuficiencia de las propuestas postmodernas y la necesidad de un nuevo pensamiento superador que marque coincidencias y divergencias. De hecho, para Luyckx, citado por Rodríguez (op. cit), Occidente se halla en plena transición entre modernidad y Transmodernidad, mientras que una parte importante del resto de la humanidad ve el mundo a través de una visión agraria y premoderna. La Transmodernidad ayudaría a frenar el rechazo de ciertos países, principalmente islámicos, a la visión occidental de modernización, identificada muchas veces con racionalidad económica de mercado y pérdida de valores. Se trataría pues de recuperar para Occidente cierto talante espiritual y profundizar en el diálogo intercultural y la tolerancia.
Podemos interpretar como la secularización de la razón, y posteriormente su debilitamiento, ha generado una cierta urgencia por salir del relativismo, buscar una nueva síntesis, unidad y totalidad, el retorno a un pensamiento fuerte o el retomar la religiosidad. Aunque la base de la ética sigue siendo autonómica, la capacidad libre de otorgarse unas normas permanece, motivado a una moral que se asume como la estética de la excelencia.
La modernidad se anclaba en la posibilidad y legitimidad de los discursos globales. La crisis postmoderna atenta precisamente contra estos basamentos. Las grandes metanarrativas de la modernidad eran fruto de un esfuerzo teórico, de una voluntad de sistema, pertenecían al ámbito del conocimiento. La globalización es un resultado a posteriori de una revolución tecnológica, efecto práctico de una voluntad de interconectividad y pertenece al ámbito de la información.
Todo ello, configura un nuevo horizonte de mayor amplitud, que apunta a la consideración de desarrollos indagativos, tales como mercado global, cultura globalizada, desarrollo constante de las tecnologías de la comunicación, sociedad de la información, implicación global de los conflictos bélicos, atentados ecológicos, el problema de la pobreza. Los nuevos desafíos traspasan fronteras regionales y más de las veces, nuestra capacidad para pensarlos. Esto representa un estrés intelectivo para el investigador con conocimientos desestructurados pues, en palabras de Morin (op. cit), la “hiperespecialización contribuye poderosamente a la pérdida de visión o concepción de conjunto pues las mentes encerradas en su disciplina no pueden aprehender las solidaridades que unen entre sí los conocimientos” (p. 80), así, la hiperespecialización disciplinaria de las ciencias humanas desintegra la noción del hombre.
Por su parte, la ontología de la ciencia moderna naturalista, que por su misma esencia es indiferente a toda consideración ética que no sea la ética del conocimiento y la ética del respeto a las reglas del juego científico, modela investigadores ciegos para con la subjetividad humana, la noción de conciencia, la responsabilidad moral sobre el devenir del Ser. Por tal, mi intención de una disrupción a conciencia en las interpretaciones del mundo que me rodea, pues formado en el positivismo, en sus manifestaciones prácticas de la gerencia y las finanzas, quedaba fuera de mi comprensión el rol de las ciencias sociales en las transformaciones sociales.
Concluyo sí, que el estudio de lo filosófico me ha confirmado en mis convicciones axiológicas devenidas del campo de la teología, pues asumo que el hombre tiene a su disposición ambos lentes interpretativos, sin que por ello deban ser excluyentes entre sí.  Incluso, el cristal de las ciencias naturales tiene su campo de acción, en la relación efectista, la descripción para la explicación, la búsqueda de leyes universales, el apogeo de la tecnología. Sin embargo, a los intereses de la presente investigación, asumo en el campo de las ciencias sociales el enfoque epistemológico cualitativo por mi intencionalidad de religar conocimientos departamentalizados desde una visión compleja, en aras de comprender desde lo glocal y transmoderno, desde lo axiológico absolutista y paradigmático interpretativista, desde la intersubjetividad que subyace en lo fenomenológico-hermenéutico, para comprender dialógicamente en el todo y sus partes, la praxis gerencial en el contexto socio-económico venezolano desde la visión de las empresas de servicio en el estado Lara.




Referentes Teóricos de la Investigación

En este aparte, se considera literatura pertinente a la gerencia, la empresa, gobierno corporativo, y algunas perspectivas que apoyan la comprensión del contexto socio-económico venezolano y los hallazgos de la investigación, tales como globalización, glocalidad y transmodernidad.

La Empresa: Un Organismo Social

Para Francés (2008), la empresa es una forma de organización capaz de reunir personas, máquinas, recursos naturales, tecnología, capital, materiales  y combinarlos para realizar una actividad productiva. Las empresas son capaces, además, de adaptarse a las condiciones cambiantes del entorno. Se convierten en organismos sociales que desarrollan su propia cultura y logran de las personas que las integran, su sentido de pertenencia con ellas de manera duradera. En el mundo actual existen tres tipos principales de empresas: las privadas capitalistas, propiedad de sus accionistas; las privadas sociales, propiedad de sus trabajadores, como es el caso de las cooperativas; y las del Estado.
Por su parte, para Hisrich, Peters y Shepherd (2005) la iniciativa empresarial es el proceso de crear algo nuevo con valor, dedicando el tiempo y el esfuerzo necesarios, con la asunción de los correspondientes riesgos financieros, psicológicos y sociales, con el propósito de obtener las recompensas resultantes de satisfacción e independencia económica y personal.
Siguiendo con la categorización de Francés (op. cit), las empresas privadas capitalistas pueden a su vez subdividirse considerando ciertos límites ocupacionales y financieros fijados por el Estado. En el contexto nacional, el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley para la Promoción y el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Industria y Unidades de Producción Social define las pequeñas y medianas industrias (PYMES) como toda unidad organizada jurídicamente, con la finalidad de desarrollar un modelo económico productivo mediante actividades de transformación de materias prima en insumos, en bienes industriales elaborados o semielaborados, dirigidas a satisfacer las necesidades de la comunidad.
Además, considera pequeña industria como aquellas que tengan una nómina promedio anual de hasta cincuenta trabajadores y una facturación anual de hasta cien mil Unidades Tributarias. Por su parte, se considera mediana industria todas aquellas que tengan una nómina promedio anual de hasta cien trabajadores y una facturación anual de hasta doscientos cincuenta mil Unidades Tributarias. Lo anterior, en concordancia al artículo 5 de la referida ley.
Empero, es válido destacar que en el ámbito local existe la Ley para el Fomento de la Artesanía, Pequeña y Mediana Empresa del estado Lara, que define a la pequeña y mediana empresa (PYMES) como aquellas personas jurídicas dedicadas a la actividad manufacturera o de servicios que contribuyan con el desarrollo económico del Estado, y que su capacidad empleadora no exceda de ciento veinticinco puestos de trabajo directos, según lo establecido en el artículo 2 de dicha normativa.
Sin embargo, indistintamente de la personería jurídica que adopte la organización, de acuerdo a sus particulares necesidades y filosofía de gestión, ella nace y se desarrolla gracias a la iniciativa, constancia y capacidad de sus fundadores, dueños y/o administradores contratados para ello, que viene a delinear la praxis en la toma de decisiones a nivel de la alta gerencia. Así, para Faría, Millán y Villa (2006), el gobierno corporativo o de las empresas se puede definir como el conjunto de leyes, regulaciones y prácticas que minimizan el riesgo de que los gerentes expropien a los inversionistas. Este riesgo de expropiación, señalado originalmente por Adam Smith, se deriva de la separación entre control y propiedad que caracteriza a la empresa moderna: los gerentes ejercen el control pero los dueños son los accionistas. Como el interés de los gerentes puede diferir de las prioridades de los dueños, aquellos pueden adoptar decisiones incompatibles con el objetivo de los éstos, que es maximizar el valor de la inversión.
La visión contractual de la empresa señala que es imposible diseñar contratos entre los proveedores de capital (accionistas y acreedores) y los gerentes que prevean todas las contingencias; es decir, diseñar contratos completos. Como no es eficiente ni práctico consultar a los proveedores de capital cada vez que surjan circunstancias imprevistas, los gerentes poseen una amplia discrecionalidad para asignar fondos. El objeto del gobierno empresarial es estudiar las diversas restricciones impuestas a la gerencia para minimizar el comportamiento oportunista de los gerentes e inducir a los inversionistas a suministrar capital.            
En las economías de mayores ingresos per cápita ha surgido el consenso de que los gerentes deben actuar exclusivamente en defensa de los intereses de los accionistas. Esto implica que la gerencia debe satisfacer los intereses de acreedores, empleados, proveedores, consumidores e incluso miembros de la comunidad no directamente vinculados con la empresa, en la medida en que aumenten a largo plazo el valor y el patrimonio de la empresa.
La primacía del modelo centrado en la maximización del valor de la inversión de los accionistas se ha consolidado, en parte, por el fracaso de los modelos alternativos, la competencia inducida por la globalización y, el surgimiento de los accionistas como clase social. Los modelos alternativos al centrado en los accionistas son el gerencial (que evolucionó en Estados Unidos en las décadas de los cincuenta y sesenta), el basado en la cogestión y centrado en los trabajadores (que alcanzó su apogeo en Alemania) y el que gravita en torno al Estado (que imperó recientemente en Francia y regiones de Asia).
Una expresión del proceso de convergencia en lo que respecta a prácticas de gobierno empresarial, al menos en las economías de mayores ingresos por habitante, es la aparición en 2004 de los “Principios de gobierno empresarial” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Estos principios fueron desarrollados tras extensas consultas y grupos de discusión con los gobiernos y expertos de los países miembros de la OCDE. En palabras de Johnston (2004), secretario general de la OCDE, los Principios contribuyen






(…) al desarrollo de una cultura de valores profesionales y ética de negocios, fundamental para el buen funcionamiento de los mercados. La confianza e integridad desempeñan un papel esencial en la vida económica, y para la viabilidad de los negocios y la futura prosperidad tenemos que asegurarnos de que ambas sean recompensadas adecuadamente. (p. 4)


El desarrollo teorético sobre el manejo de la praxis gerencial a nivel de los directivos que conforman las juntas de las organizaciones que dirigen, representa un factor importante para sectores cada vez más amplios de la población, debido al papel central que desempeñan las empresas en la economía, al permitírseles entre otros roles, administrar ahorros personales, garantizar los ingresos para la jubilación, la oferta de productos y servicios. Por ello, la necesidad de los países en configurar orientaciones que guíen la toma de decisiones a nivel de la alta gerencia, propiciando así la transferibilidad de las mejores prácticas empresariales, así como su sostenibilidad y viabilidad en pro del desarrollo económico y humano, de sí mismas y de las comunidades donde hacen vida.

Sentidos de la Empresa de Servicio

Plantea Puente (2005) que, en la era industrial, los servicios eran considerados “productos complementarios” (p. 13), algo necesario para entregar los bienes o productos físicos, pero que no agregaban mucho valor a la empresa ni a la sociedad. La teoría del mercadeo comenzó a desarrollarse sobre el argumento de que mercadear “bienes” era diferente a mercadear servicios, debido a la naturaleza de los servicios que en palabras de Duarte (op. cit) están constituidas por la intangibilidad, la heterogeneidad, la inseparabilidad de los procesos de consumo y compra y, la imposibilidad de inventariar servicios.
Entre tanto, el sector servicios ha recibido particular atención en la literatura de Marketing, dirigiéndose una considerable parte de la investigación a establecer las diferencias entre bienes y servicios, a estudiar la calidad del servicio, analizar las relaciones y experiencias del cliente, así como los encuentros del servicio. Para Puente (op. cit), una nueva tendencia desarrollada en la era posindustrial objeta esa diferenciación, pues tales características no son específicas de los servicios. Por ejemplo, en la mente del consumidor, un perfume puede ser tan intangible como un servicio de comunicación; evaluar un sistema de sonido sin instalarlo en casa puede ser tan difícil como evaluar un servicio financiero antes de adquirirlo.
En este sentido, las estadísticas oficiales al agrupar las actividades económicas en sectores, impiden apreciar el hecho de que los servicios no son actividades que solo hacen algunas empresas. Para D´Alvano y Giménez (2005), en todo el mundo, el sector terciario o de los servicios muestra el mayor dinamismo. En Venezuela ocurre lo mismo, según los autores, pues apenas una cuarta parte de la riqueza proviene del sector primario (extracción y explotación de recursos naturales) y más de la mitad del producto interno bruto generado en el país proviene del sector servicios.
Se concluye así, que en todos los sectores se prestan servicios, pues los clientes contemporáneos no se limitan a consumir un producto basado en su precio o su imagen y, desde la perspectiva organizacional, cualquiera de estas características puede ser alcanzada y superada con una buena inversión. Por ello, existen razones fundamentales, según Puente (op. cit), para enfocar la empresa hacia el desarrollo de servicios, tales como, a) el tiempo: independientemente de sus ingresos, los consumidores disponen de menos tiempo y lo valoran más, de esta manera le atribuyen una importancia creciente al cumplimiento de los lapsos; b) El poder de los consumidores derivado del aumento de la competencia, haciéndolos más exigentes cuando hay opciones para cambiar al no estar satisfechos y; c) La tecnología, que permite a las empresas agregar más valor a los consumidores sin aumentar el precio, relacionándose también de una manera más sencilla y personal.
En cuanto a lo glocal, el resurgimiento masivo de la espiritualidad en Occidente, producto de la creciente conciencia acerca de la imposibilidad, según Gómez (op. cit), de que los problemas básicos que confronta el Ser Humano –los morales- “se resuelvan, o siquiera se alivien, a través de la ciencia” (p. 90), aparte del creciente poder de la empresa, que ha pasado en los dos últimos siglos, de la pequeña firma operando en un mercado competitivo, a la gran Corporación Trasnacional dotada de una fuerza capaz de imponerle condiciones tanto al mercado como al Estado, entre otros aspectos, ha propiciado la configuración de teorías filosóficas-políticas que introduzcan factores de corrección a tendencias dañinas para el Hombre. Una de ellas, conocida como Socialismo del Siglo XXI, es la ideología que surge como alternativa para dar preponderancia, en el ámbito de lo económico, a lo social sobre lo rentístico, desde la cual en la práctica se ha desvirtuado el carácter conceptual de lo que hasta ahora configuramos como empresa privada, desmontando una parte significativa del aparato productivo nacional, lo que constituye objeto de reflexión en cuanto al “momentum” del sector privado venezolano, en este caso, la praxis gerencial en las empresas de servicios, en su transitar por el laboratorio de las ideas, valores y nuevas estructuras sociales que se vivencian en el país.
Sin embargo, sigue vigente todo un desarrollo teorético sobre herramientas gerenciales que propician la praxis efectiva en la intencionalidad de alcanzar y mantener la sustentabilidad y viabilidad del emprendimiento organizacional, indistintamente de las ideologías que permeen la concepción de la administración pública con respecto al manejo del Estado. En este sentido, expongo a continuación, sin otorgar una carga valorativa o categorial, según se vayan plasmando en el discurso, algunos abordajes praxeológicos que el gerente competente debe conocer e implementar en la presente epocalidad, tales como el desarrollo de ventajas competitivas como elemento diferenciador.
Así, la contribución de Porter (1980) al estudio de las estrategias empresariales tiene dos elementos fundamentales: las estrategias genéricas y las estrategias competitivas propiamente dichas. Las primeras de ellas se resumen en prácticamente dos: el liderazgo en costos y la diferenciación. El liderazgo en costos, según Francés (2005), se orienta a reducir el costo total de producción, mientras que la diferenciación consiste en incrementar el valor, vale decir, el precio que el comprador está dispuesto a pagar por el producto o servicio con base en la utilidad percibida que éste le reporta. Según Porter (op. cit), cualquier ventaja o desventaja competitiva de una empresa puede ser explicada en términos de una ventaja o desventaja en costos o en diferenciación.
Cabe destacar que, la estrategia basada en liderazgo en costos requiere de un conocimiento detallado y profundo de las actividades de la cadena de valor para identificar aquellas en las cuales se puede alcanzar ventaja en costos. Por su parte, la diferenciación consiste en la incorporación de atributos, tangibles o intangibles, que determinan que el producto sea percibido por los clientes como especial o único dentro del mercado. En cuanto a la focalización, se comprende como el centrarse en la atención de las necesidades de un grupo particular de compradores, segmento de mercado o mercado geográfico, haciendo uso de las dos variantes: focalización en costos y focalización en diferenciación, según expone Francés (op. cit).
A raíz de lo expuesto, se comprende que la tarea de la gerencia se ha complejizado. Las empresas, para que cumplan a cabalidad su función, como vehículo por excelencia de la actividad económica, requieren satisfacer de la manera más equilibrada posible según Francés (op. cit) “los intereses de los accionistas, los consumidores, los trabajadores y las comunidades” (p. 314). Al respecto, para las empresas que operan en Venezuela y otros países en desarrollo, aprender a servir al mercado de las mayorías, es decir, a los consumidores de bajos ingresos, es un reto fundamental. Esto ocurre no solo por motivos sociales o altruistas, sino como resultado de estrategias competitivas que incrementan el volumen de ventas y la viabilidad del negocio.
Complementariamente, el gerente está llamado a orientar su praxis en atención al desarrollo organizacional frente al reto de la competitividad. En palabras de Chiavenato (2010), todos los dirigentes de las compañías se preocupan por “planear e instrumentar cambios para mejorar el desempeño de u organización, para volverla más competitiva en un marco mundial de fuerte transformación y competitividad” (p. 155). Sin embargo, la introducción desde la alta gerencia de cambios significativos en el contexto interno de la organización vendrá aparejado con enormes desafíos administrativos y de clima organizacional, si son realizados en ausencia de una profunda reflexión e intencionalidad. En razón a ello, existen metodologías orientadas a reducir tales conflictos, que nacen de la extrapolación de las ciencias conductuales a la administración, conocido como desarrollo organizacional.
Para French y Bell, citados por Chiavenato (op.cit), el desarrollo organizacional se define como un esfuerzo de largo plazo impulsado por la alta gerencia, con el propósito de “mejorar los procesos de resolución de problemas y renovación organizacional, mediante un diagnóstico y cooperativo, con la asistencia de un consultor-facilitador y la teoría y la tecnología de la ciencia aplicada al comportamiento” (p. 158). Entre sus características destaca la atención a toda la organización, la orientación sistémica, el uso intensivo de agentes de cambio, la solución de problemas, el aprendizaje empírico, la realimentación y el desarrollo de equipos.
Sin embargo, como doctorando me permito diferir de lo expuesto, pues según Martínez (1997), el conductismo representa el punto culminante del enfoque mecanicista en psicología. Con base en un conocimiento detallado de la fisiología humana, “los conductistas crearon una psicología desprovista de mente” (p. 196), donde los fenómenos mentales quedaban reducidos a modelos de comportamiento, y éste era el resultado de varios procesos fisiológicos regidos por las leyes de la física y de la química. Para John Watson, fundador del conductismo, en su concepción de  biologista, pretendía dar a la psicología la categoría de ciencia natural objetiva. Tal incoherencia filosófica me motiva a plasmar como científico social, otros referentes teóricos que acompañen la interpretación y comprensión de las herramientas gerenciales y del contexto socio-económico venezolano.
Por ello, considero apropiado referir los aportes de Marchesi y Sotelo (2002), en cuanto a la teoría del desarrollo humano, como un paso más hacia la consecución de mayor calidad de vida, proceso en el cual se amplían las oportunidades del hombre en áreas tales como “disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente” (p. 115). En este orden de ideas, el empresario, en palabras de Márquez  (2009) “tiene sin dudas, responsabilidades éticas y morales ante el destino del hombre” (p. 51). El éxito en la aplicabilidad de las herramientas gerenciales en su contribución al crecimiento organizacional, no justifica, desde mi parecer, el tratamiento del capital humano como un recurso físico, financiero o tecnológico, carente de sentido, sensibilidad, espiritualidad.
En cuanto a las políticas socio-económicas que inciden en el desarrollo organizacional, Churión (op. cit) afirma que “la macro y la microeconomía se complementan una a otra, ya que no son completamente independientes” (p. 21), queriendo significar que la acción del Estado irremediablemente va a impactar el entorno de la empresa, favorable o negativamente. A raíz de ello, sin el conocimiento de los aspectos referidos a la naturaleza macroeconómica, es de gran dificultad interpretar lo que acontece en una empresa.

Las organizaciones frente a la Globalización y su Incidencia en lo Local

Para Rodríguez (op. cit) el fenómeno de la globalización no puede reducirse hoy al mero inicio del “sistema mundial capitalista” (p. 28), que algunos remontarían al siglo XV con el surgimiento del capitalismo. Con el propósito de caracterizarlo, la autora cita a Beck (1998) quien establece una diferenciación entre globalismo, globalidad y globalización, así:

Por “globalismo” entiende la concepción según la cual el mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político, es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo. La noción de “globalidad” apuntaría a la constatación de estar viviendo en una “sociedad mundial” donde no existen espacios cerrados. Dicha globalidad se pretende irreversible precisamente porque responde a profundos procesos, aunque no todos al mismo nivel, de globalización económica, política, social, cultural, ecológica, entre otros. Así, “globalización” aglutina, responde y da nombre a todos aquellos “procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios (p. 29).


Todo ello configuraría, según la autora, un horizonte no ciertamente nuevo, pero sí cada vez estructurado de manera más coherente y consolidada, que apuntaría las siguientes líneas generales: mercado global, cultura global, desarrollo constante de las tecnologías de la comunicación, sociedad de la información, política mundial postinternacional y policéntrica, implicación global de los conflictos bélicos, transculturales, los atentados ecológicos y el problema de la pobreza. Esta constante presencia de flujos y conectividad constituye un naciente proceso de totalidad, cuyo modelo no es jerárquico o piramidal, sino reticular, desorganizado, sin centro hegemónico.
Por ello, si la consolidación del Estado nacional dirigió el impulso moderno, y la sociedad postindustrial representó un fluido esfuerzo por dotar de sentido a los organismos internacionales, intentando ampliar el modelo político moderno de un renovado y plural contrato social, la globalización muestra las limitaciones del modelo estrictamente político, incorporando los recientes actores financieros, movimientos no gubernamentales y mediáticos, sin que resulte pensable o deseable la idea de un gobierno mundial, aun fundado en vagos principios democráticos o de respeto a normas compartidas como los Derechos Humanos.
Sin embargo, para Toffler (2006) la globalización “es el término peor comprendido, más engañoso y peor usado de todo el léxico económico” (p. 126). El autor plantea que Estados Unidos, como el principal propulsor de esta dinámica, diseñó la tesis de que el “laissez faire” en privatización y desregulación traerían la democracia al concierto de naciones, “como si cualquier fórmula mecanicista y homogénea funcionara en todas partes sin tener en cuenta las diferencias de religión, cultura, historia, ni los niveles de desarrollo económico e institucional” (p. 293). Este transcurrir entre una economía y sociedad industrial a una economía y sociedad transfronteriza basada en el conocimiento, tiene implicaciones en lo microeconómico,  pues los directivos formados para gestionar los asuntos de las empresas corrientes se encuentran cada vez más enfrentados a temas sociales, políticos, culturales, jurídicos, medioambientales y tecnológicos de alcance global, de creciente trascendencia y complejidad.
Aunado a ello, el gerente debería ser capaz de comprender la complejidad como contexto situacional y epocal, cuyo marco social con tendencia a la entropía, entendida como la emergencia del desorden por sobre el orden, de lo desorganizado por sobre lo organizado, convoca a actores competentes para la neguentropía, término asomado por Morin (1990) para significar “el desarrollo de la organización, de la complejidad” (p. 49), de la transformación constante de una realidad presente en otra concebida intelectualmente denominada futuro, en un transitar que vaya llenando paulatinamente las brechas existentes entre ambas realidades, la cual nunca pretende comprenderse como intento de logro acabado sino de un proceso recursivo, donde el artífice es consciente que los objetivos y propósitos alcanzados no se sostienen por sí mismos de manera perpetua, lo que amerita la actuación decisoria y supervisora del gerente, para la imbricación de lo personal con lo organizacional y societal, lo aleatorio y caótico con lo racional y reflexivo, en la pretensión para ordenar, estructurar y mantener la empresa, acorde al avance y/o retroceso de los procesos sociales epocales.
De allí, la urgencia por un pensamiento y praxis gerencial que pueda comprender e interpretar, describir y explicar, concebir e implementar, ante una epocalidad que se cierne abundante en la información y escasa en su reflexión, con avances tecnológicos impensables y retrocesos morales insondables, que impactan el Ser de formas favorables y desfavorables a su vez, impidiendo la postura reduccionista como manera de mirar y concebir el mundo, por la incalculable cantidad de incomprensiones e incoherencias que saltan al análisis y abruman el espíritu. En este sentido, Bachelard (2010) expone que “se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza a la espiritualización” (p. 15), significando que lo que cree saberse claramente pudiera ofuscar lo que debiera saberse, bien sea por los prejuicios en nuestra manera de entender, obstáculos epistemológicos que nos ciegan ante potenciales comprensiones, arraigo con lo conocido que nos aturde en la seguridad en desmedro de la libertad, pereza intelectual que nos lleva a vivir la vida sin vivirla, que deviene en pérdida del sentido humano ante la oportunidad para su desarrollo a plenitud.
Así, el contexto socio-económico venezolano representa un gran desafío interpretativo para gerentes que lideran organizaciones del sector privado, así como funcionarios responsables de la hacienda pública, debido a una concepción clásica que concibe como error aquellas contradicciones que emergen de su razonamiento sobre lo económico y social. Sin embargo, desde la visión compleja, se podría significar tal error como un hallazgo que se aloja en una capa más profunda de la realidad, que justamente por ocultarse a tal nivel, pudiera ser incomprensible a nuestra lógica actual. De este modo, fue necesario asumir el sentido de la complejidad, para que el desarrollo de la presente investigación prestara atención al carácter multidimensional de la praxis gerencial y del contexto socio-económico de la contemporaneidad venezolana.

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