jueves, 11 de octubre de 2012

Las pymes en el entorno local: Caso Venezuela

“La realidad necesita ser enfocada desde muchos ángulos diferentes para ser ilustrada y dilucidada adecuadamente en sus poliédricas facetas” (Martínez, 1997)
   
Darle concepción y sostenibilidad a una persona jurídica es una de las tareas más desafiantes en el contexto venezolano, por una gran cantidad de razones económicas-políticas que derivan de una ideología denominada “Socialismo del Siglo XXI” (Gómez, 2007), que se construye en el país como filosofía de Estado desde época relativamente reciente, por quienes ostentan el poder ejecutivo en el marco del mandato constitucional.
Declarar cada uno de los elementos expuestos en el párrafo anterior, desde el ámbito de la conceptualización, superaría en creces los límites impuestos para el desarrollo del presente análisis. En razón a ello, me decanto por una plataforma de exposición que asume una lectoría versada en el manejo aceptable de tales temas, lo cual me permite avanzar en el desarrollo cognitivo del tema seleccionado, desde la mirada de lo glocal (Rodríguez, 2004).
A mi modo de ver, la economía venezolana se mueve al vaivén de los precios petroleros, por ser la principal fuente de ingresos como ente monoproductor. Siendo así, es acertado explorar la dinámica que subyace para dicho mercado con la finalidad de ser “prospectivo” en los análisis financieros requeridos para el proceso de toma de decisiones a nivel de gobierno corporativo en las pymes.
Cierto es que, la principal economía consumidora de energía no renovable es los Estados Unidos de Norteamérica (en lo adelante: USA). Sus procesos de satisfacción de demandas energéticas, manufactura y producción a gran escala, requieren elevados niveles de recursos petroleros, y para ello acude a los proveedores en los mercados internacionales en aras de mantener un suministro confiable de tan vital insumo. En paralelo, otros grandes actores globales compiten por las mismas necesidades: China y la Unión Europea, por mencionar algunos.
Lógicamente, la demanda constante impacta en los precios del “oro negro” de acuerdo a la oferta disponible por los países productores (extractores sería la palabra adecuada). Desde el nacimiento de la OPEP, los oferentes han tenido mayor capacidad de negociación, sumándose a éstos, los países no alineados. Por ello, los países consumidores exploran fuentes de energías alternativas, tales como la eólica, biocombustibles, hídrica, solar, entre otras, como estrategias a largo plazo para atenuar la dependencia del exterior, pues aparte de los precios, muchos suplidores son regímenes dictatoriales que se sostienen de los ingresos que produce la renta petrolera, pagados por países que promulgan la democracia y el libre mercado (Greenspan, 2008).
Adicionalmente, una arista a considerar es el papel que juega el dólar americano como moneda de reserva a nivel mundial. La capacidad de impresión que tiene la FED (ente que juega el rol de Banco Central) para crear dinero inorgánico, ha sido la punta de lanza de las políticas monetarias norteamericanas en su objetivo de relanzar su economía interna, duramente golpeada en la crisis financiera que se inicia en el 2.009 (Soros, 2009). Agotadas las políticas fiscales, no ha quedado otra opción que garantizar tasas de interés cercanas a cero hasta el 2.015, como  medida para propiciar el consumo interno desde el apalancamiento financiero.
Para ello, la FED ha instaurado medidas cuantitativas que versan en la adquisición de bonos soberanos en la parte larga de la curva, pues son estos instrumentos quienes fijan la tasa de interés que aplica a los empréstitos hipotecarios a largo plazo. Dos acciones permiten lo anterior: En primer lugar, operaciones twist, la venta de los bonos disponibles en la cartera de la FED con vencimiento en el corto plazo (por ello el mayor rendimiento al vencimiento en el tramo corto de la curva, lo que no tendría sentido en un mercado no intervenido). En segundo lugar, el trabajo incesante de las máquinas de impresión en la casa de la moneda, para producir ingentes cantidades de papel monetario sin respaldo y con ello, seguir adquiriendo todo los bonos que emita el Tesoro Americano.
Uno vez expuestos los anteriores escenarios, podría afirmar que históricamente han ocurrido burbujas bursátiles e inmobiliarias, cuando las tasas de interés se han mantenido relativamente bajas por prolongados períodos de tiempo (Ferguson, 2009). En esta ocasión, no será la excepción en cuanto a lo bursátil (aunque muchos podrían tacharme de apocalíptico), pero en lo inmobiliario apenas el mercado americano muestra signos de recuperación. La actual desmedida impresión de dinero inorgánico hace que el dólar americano pierda poder adquisitivo contra una cesta de monedas internacionales, o por lo menos, eso es lo que la lógica indicaría, pero otros bloques económicos como la Unión Europea enfrentan las resacas de la crisis financiera mundial y por ello, el Euro se mantiene relativamente estable en comparación con el dólar (no apreciándose como correspondería). Estamos en presencia de entornos desconocidos que requieren abordajes desde paradigmas emergentes (Martínez, 1997).
A su vez, la devaluación constante del dólar también sirve como estrategia competitiva en lo exterior, haciendo que los productos norteamericanos sean más económicos en comparación con otras economías, pero medidas concertadas de los principales bancos centrales a nivel mundial también han inyectado una altísima liquidez a sus economías, lo que en cascada incide en devaluación de sus monedas para no perder competitividad (Toffler, 2006). Prueba de ello, las acusaciones desde la Organización Mundial del Comercio a países como China, donde el Yuan no se mueve según el libre mercado, sino que es intervenido constantemente por las autoridades financieras del gigante asiático.
De aquí, que, USA posee la gran ventaja de producir todo el dinero que requiera, desde la nada, y el resto del concierto de países están obligados a mantener el valor intrínseco de éste, a menos que permitan ver esfumarse sus reservas internacionales representadas en dicha moneda. De allí, su cualidad como única potencia mundial en la actualidad.
Sin embargo, tal intervencionismo no es sustentable en la infinitud. Se supone que si así fuera, entonces, ¿por qué no haberlo hecho con anterioridad? Todo lo contrario, las políticas monetarias de la FED hace que los commodities conserven su valor real como elemento de conversión y/o de inversión. Por tanto, los inversionistas tienden a refugiarse en activos que no pierdan su valor intrínseco, destacándose el oro y el petróleo.
Desde tal faceta, pudiera entenderse el constante aumento en el precio de dichos commodities, que en el caso del recurso energético, viene a impactar significativamente en el presupuesto de las familias norteamericanas, pues el costo del combustible (derivado del petróleo) no cesa en ajustarse al alza. Osea, el límite de las políticas monetarias acomodaticias se circunscribe a los riesgos de inflación en la economía norteamericana. Existen voces críticas en el éxito de las medidas cuantitativas (en inglés conocidas como quantitative easing “QE” aunque últimamente ironizadas como QEternity) en cuanto a la generación de empleo, pero eso requiere de otros análisis que no se circunscriben a éste.
De manera que, un dólar devaluado hace que el petróleo se cotice a un precio mayor y para la economía venezolana, esto es música para los oídos. Considerando que la FED estima tasas bajas hasta el año 2015, se infiere que los altos ingresos petroleros pueden descontarse hasta tal período (a menos de un descalabro en la economía China, que atentaría contra el crecimiento económico mundial). Hasta aquí, mi interpretación de lo global.
En lo local, este colchón presupuestario permite al gobierno venezolano de turno mantener la actual ideología política con la praxis que le acompaña, de satisfacer las necesidades de cordones de sectores desfavorecidos a través de beneficios sociales no productivos conocidos como misiones. En razón a esto, los analistas de entornos están obligados a explorar lo que subyace bajo la realidad (no pretendo ser especialista en ningún tema) en cuanto a la viabilidad del proyecto revolucionario (entendida desde lo económico) y desde ya, algunas voces adviertes un escenario poco alentar de las finanzas públicas venezolanas: un desmedido nivel de endeudamiento interno y externo a pesar de los altísimos ingresos petroleros.
En este sentido, es razonable explorar algún indicador que de sustento al escenario anteriormente expuesto. Uno de ellos podemos encontrarlo en la convertibilidad de la moneda local (Bolívar fuerte). En nuestro país, está prohibido divulgar la tasa de cambio (Bs/$) que impera en el mercado no oficial, so riesgo de violar la Ley contra Ilícitos Cambiarios. Pero, puede determinarse el valor de un dólar técnico como referencial medianamente confiable, cuya fórmula corresponde a la liquidez monetaria entre las reservas internacionales (computadas para el caso venezolano, según lo indique el BCV) aunque queda por fuera lo disponible en el Fonden, Fondo Chino, entre otros.
Observemos como al consultar los agregados monetarios, se obtiene la cantidad de 580.150 millones de bolívares en liquidez monetaria y 25.942 millones de dólares en reservas internacionales (Banco Central de Venezuela, 2012), lo que conlleva a un dólar técnico de 22,46 bs/$, para el 28 de septiembre del año en curso. De igual manera, destaca el hecho de que parte significativa de las reservas no se encuentran líquidas sino en lingotes de oro, depositados en las bóvedas del BCV lo que dificulta su realización.
En adición, es válido comparar tales datos con respecto al inicio del presente año. Para el 06 de enero del 2012, la liquidez monetaria se ubicaba en 444.384 millones de bolívares y las reservas internacionales en 29.861 millones de dólares para un dólar técnico igual a 14,88 Bs/$. En otras palabras, la liquidez monetaria se ha incrementado en un 30,77% en el presente año, mientras que las reservas internacionales han disminuido en un 13,12%.
Sostengo que, el gobierno a través de sus autoridades monetarias sigue anclando el dólar oficial a una tasa de 4,30Bs/$ y el dólar SITME (para importadores de bienes “no prioritarios”) en un cambio cercano a 5,60 Bs/$. Esto atenta contra el aparato productivo nacional pues se hace mucho más económico importar que producir en el país, y ni comentar la imposibilidad de producir para exportar nuestros productos a los bloques económicos internacionales.
Ahora bien, ¿Por qué no ajustar la tasa de cambio a la situación económica real del país? ¿Una devaluación no ayuda a reducir el déficit fiscal, haciendo que los dólares rindan más en bolívares? La respuesta radica en lo social y desvirtúa el discurso político ideológico. Tal acción desencadenaría una subida de precios en los bienes importados, haciendo que la inflación salga del control deseado, lo cual incide en el costo de la vida y las subsiguientes demandas sociales. Por ello la estrategia gubernamental de precios regulados en muchos productos, lo que impide a las empresas orientar inversiones hacia tales líneas de manufactura, pues atendiendo el criterio de la racionalidad económica, no tiene sentido para un empresario el producir a pérdida. Todo ello incide en el desabastecimiento de los productos regulados y en la aparición de un mercado no oficial, donde dichos productos se tranzan en varias veces su precio autorizado al público.
Otro elemento a considerar, vista mi necesidad de observar desde diversas aristas, es el desprecio de la ideología política imperante por la propiedad privada en los factores de producción, pues se considera rentística, capitalista, explotadora del hombre por el hombre, línea de pensamiento heredada de ideas comunistas ya superadas desde el siglo pasado por la gran mayoría de los países desarrollados y emergentes. Esto hace que el clima para nuevas inversiones no sea el propicio ni siquiera para la constitución de nuevas empresas, pues basta tomar nota de todos los trámites burocráticos que van desde la protocolización del acta constitutiva hasta la obtención de todos los permisos necesarios, incluyendo una ley laboral costosa e ineficiente para el empleador.
Cierto es que, al aterrizar nuevamente en el actor objeto de este análisis cabe preguntarse: ¿Cómo hace una pyme para sostenerse en el entorno glocal antes descrito? El sesgo de la inquietud proyecta que el escenario para nuevas inversiones no se contempla en los planes de negocios pues el costo de oportunidad sumado al riesgo país es mayor al margen de utilidad que permite la regulación en vastos sectores de la economía, adicional a los niveles de inflación actuales y esperados, lo cual afecta la conservación patrimonial vista en moneda extranjera.
Atengámonos ahora al análisis de sostenibilidad para las ya existentes. Desde el gobierno corporativo, surgen seguidamente algunas inquietudes comunes en la alta gerencia de las pymes venezolanas: ¿A qué tasa de cambio puedo proyectar el presupuesto para el 2.013? ¿Cuál es el nivel de inflación estimado para el siguiente período económico, anticipando la inminente devaluación? ¿Qué sucede si las asignaciones CADIVI o SITME son liquidadas luego de este ajuste? Peor aún, ¿Qué sucede si CADIVI deja de liquidarme (otorgar dólares a tasa preferencial)? ¿Cómo estimo mis costos de reposición? ¿Cómo incide en mis costos, los egresos por apalancamiento financiero? ¿Los estoy monitoreando? En la analítica de los estados financieros, ¿Estoy descapitalizándome? Respecto al marco jurídico, ¿Puedo cerrar mi negocio como una estrategia de salida, sin sufrir consecuencias penales?
Ahora, desde el vaso medio lleno puedo destacar que, tal visión pesimista del entorno influye en la poca competitividad existente a nivel empresarial, pues las barreras de entradas para nuevos competidores son tan altas como desmoralizantes, haciendo que las pymes con gerencia naveguen en relativa tranquilidad, amén del mar de liquidez monetaria, donde los reportes de ingresos por ventas se incrementan constantemente, incluso por encima del nivel de la inflación. Es la otra cara de la moneda, que disfrutan empresarios con disposición a tolerar altos niveles de riesgos en un entorno complejo y dinámico, desde todo punto de vista.
De cualquier modo, como aporte del presente artículo sostengo que existen acciones que propician la factibilidad y viabilidad de las empresas en funcionamiento. Una de ellas es el incluir directores externos o independientes como uno de los factores más importantes para el buen funcionamiento de una junta directiva. Incluso, la revista Business Week utiliza el porcentaje de directores independientes como un atributo positivo de la alta gerencia. Se define como director independiente aquel que no tiene, ni ha tenido, posiciones gerenciales en la empresa.
Es así como en Estados Unidos, la junta directiva de una empresa usualmente tiene nueve directores, tres de los cuales son directores gerentes, incluyendo el presidente ejecutivo, el vicepresidente de finanzas, el vicepresidente de operaciones o el vicepresidente de ventas y mercadeo. Los seis directores restantes son independientes, usualmente profesionales con reputación, provenientes de la comunidad empresarial o académica (Molina, 2006).
Es oportuno señalar que, el hecho de disponer de directores independientes no asegura el buen desempeño de una empresa. Enron, por ejemplo, contaba con dos directores externos en su junta directiva. En Venezuela, Corimón, antes de su quiebra, contaba también con un número de directores independientes significativo para los estándares venezolanos. Contar con una mayoría de directores independientes no garantiza el éxito financiero, pero es un elemento clave que incide en el desempeño del gobierno de una empresa.
Mi tesis es que la integración de profesionales independientes en el ámbito del gobierno de una organización (sea grande o una pyme), permite conocer y/o validar: escenarios políticos y/o económicos, buenas prácticas empresariales, proceso de toma de decisiones, optimización de recursos financieros, clima organizacional, manejo del marco legislativo, entre otros. Todo lo anterior, para realizar análisis prospectivos (Ohmae, 2005) o de simulación que permitan inferir medianamente la ruta a trazar del emprendimiento organizacional, en el entorno global y local complejo, disruptivo, caótico, impredecible que nos corresponde vivir.
Cierro con un botón: Venezuela acaba de salir de un proceso de elecciones presidenciales, donde diversas encuestas mostraban resultados discordantes, entre uno y otro candidato. Pasado el momentum, ya se habla, no de una guerra de encuestas, sino de una guerra de interpretaciones, donde las realidades plasmadas por unos no se correspondieron con los resultados finales. Todo depende del cristal con que se mire o en términos académicos, desde la postura onto-epistémica como matriz paradigmático (Paz Sandín, 2003).
Este artículo es mi visión y por tanto, no corresponde a lo real. Es mi interpretación subjetiva de una parcela de la realidad, como un ejercicio intelectual para dar cumplimiento a requerimientos del seminario “Gerencia en las pymes” del programa Doctoral en Gerencia de la Universidad “Yacambú”, en Barquisimeto, Venezuela.
Lcdo. Rafael Becerra M.Sc.     @becerrarafael
Referencias
Banco Central de Venezuela (2012). Liquidez monetaria (semanal). En Banco Central de Venezuela: Información estadística. Disponible: http://www.bcv.org.ve/excel/1_2_1.xls?id=47  [Consulta: 2012, Octubre 11].
Banco Central de Venezuela (2012). Reservas internacionales y tipo de cambio (diario). En Banco Central de Venezuela: Información estadística. Disponible: http://www.bcv.org.ve/excel/2_1_1.xls?id=28 [Consulta: 2012, Octubre 11].
Ferguson, N. (2009). El triunfo del dinero. Bogotá: Debate
Gómez, E. (2007). Capitalismo solidario versus Socialismo del Siglo XXI. Caracas: Editorial CEC, S.A.
Greenspan, A. (2008). La era de las turbulencias. Buenos Aires: Printing Books.
Martínez, M. (1997). El paradigma emergente. Ciudad de México: Editorial Trillas S.A.
Molina, C. (2006). Los directores independientes y el gobierno de las empresas. Caracas: Revista Debates IESA
Ohmae, K. (2005). El próximo escenario global. Bogotá: Editorial Norma S.A.
Paz Sandín, E. (2003). Investigación cualitativa en investigación. Fundamentos y tradiciones. Madrid: McGraw-Hill/Interamericana de España, S.A.U.
Rodríguez, R. (2004). Transmodernidad. Barcelona: Anthropos
Soros, G. (2009). El nuevo paradigma de los mercados financieros. Caracas: Epsilon Libros, C.A.
Toffler, A. (2006). La revolución de la riqueza. Caracas: Editorial Melvin, C.A.