domingo, 26 de febrero de 2012

Significatividad de la subjetividad en la investigación cualitativa

Según Churión (2009, pág. 15), el objeto de estudio de las ciencias sociales lo constituyen “las relaciones entre los seres humanos, a diferencia de las ciencias naturales, que en lo que a sociedad se refiere, estudian las características físicas de los seres vivos y no su comportamiento.”
Por tal razón, el sujeto cognoscente que aborda la realidad social debe decidir cómo investigar, pues “el laboratorio de investigación es la vida cotidiana y a ésta no puede metérsela en un tubo de ensayo, prenderla, apagarla, manipularla o echarla por una alcantarilla”, en palabras de Morse (2003, pág. 4). El cómo investigar tiene implicaciones para la selección del método de investigación, para la cantidad de datos recolectados, el papel de la intelección, el nivel de abstracción al que decide llevarse los hallazgos, entre otros.
En este sentido, la imposibilidad de categorizar las relaciones y el comportamiento humano bajo la rigurosidad del método científico se sustenta en las anomalías que se presentan al hacer uso de este enfoque, vista la impredecibilidad del “objeto” de estudio. Ya Kuhn (1971, pág. 15) planteaba que “las violaciones a aquello que es esperado atraen cada vez más la atención de una comunidad científica debido a la crisis que representa el fracaso repetido en el intento de hacer que una anomalía pueda ser explicada.”
Es por ello que “el intensivo uso de aproximaciones metodológicas cualitativas en el campo de las ciencias sociales refleja el contexto de crisis de los paradigmas dominantes”, según refiere Rusque (2010, pág. 15). Amén de la flexibilidad como cualidad intrínseca, que permite la adaptación y modificación de los diseños de investigación a medida que avanza el proyecto, a diferencia del método cuantitativo.
Sin embargo, el investigador no se decanta por esta característica per se. Antes de asumir la investigación, es esencial “fijar posición en cuanto a las concepciones sobre la realidad, el conocimiento, la intencionalidad de conocer, las formas de conocer, pues inciden en la construcción, en la selección de los procesos metodológicos y, en consecuencia, en la elaboración de los proyectos”, como bien plantea Cifuentes (2011, pág. 14). Lo anterior representa mi mayor descubrimiento en el desarrollo del seminario “Diseño de Investigaciones en Gerencia II” facilitado por la Dra. María Lourdes Piñero Martín.
De tal manera deduzco que el investigador podría calificarse “cuantitativo” o “cualitativo” de acuerdo a su orientación paradigmática, más no por el tipo de metodología utilizada para abordar la realidad (social, en nuestro caso).
Se comprende entonces, que “no existe subjetividad en la perspectiva positivista o postpositivista pues, cuando el investigador asume la realidad como de naturaleza objetiva (concepción ontológica) sostiene que ésta existe con independencia de los sujetos, fuera de la mente de las personas”, en virtud de lo expuesto por Gómez, Latorre, Sánchez y Flecha (2006). La validez de esta perspectiva radica en la replicación de la causalidad del fenómeno (de la interpretación diría un no metafísico) en cualquier tiempo y lugar.
En contraposición, cuando el investigador es observador y participante, asume que la realidad es subjetiva y para ser coherente paradigmáticamente, debería cuestionar todo el proceso de objetivación de lo social, dejando de lado la neutralidad axiológica del positivismo. Pero, lo anterior no debería confundirse con la intencionalidad de objetizar la asignación de significados a la acción social que derivan o construye el sujeto.
De hecho, para el constructivismo, concepción propia de la perspectiva interpretativa o comprensivista, se percibe la realidad social como de naturaleza subjetiva y según palabras de Gómez, Latorre, Sánchez y Flecha (op. cit), ésta “es una construcción social que depende de los significados que las personas les atribuyen, es decir, la realidad no existe como algo externo, sino como una construcción de las personas que queda en la conciencia” (Pág. 19). Es decir, no hay una realidad única sobre la que la ciencia pueda converger.
Un corolario desde la dimensión “subjetividad”: Sobran razones para comprender  a Kuhn (op. cit) cuando al aproximarse en el año 1959, al Centro de Estudios Avanzados sobre las Ciencias de la Conducta, refiere: “me asombré ante el número y el alcance de los desacuerdos patentes entre los científicos sociales, sobre la naturaleza de problemas y métodos científicos aceptados.” (Pág. 13)
De hecho, Morse (op.cit) considera que:
“Los investigadores cualitativos se han demorado en explicar con exactitud qué hacen y cómo llegan a sus conclusiones. Pocos intentos se han hecho de desentrañar las ambigüedades metodológicas y los desacuerdos entre metodólogos sobre la mejor manera de proceder y sobre cuáles protocolos son los correctos. Existen incluso desacuerdos sobre la terminología empleada para referirse a procedimientos relativamente comunes y los hallazgos muchas veces se basan en la intuición o las sensaciones, de manera que los procesos para llegar a las conclusiones son difíciles de documentar” Página 6
Tenemos pues, dos grandes desafíos: Fracasos repetidos en el intento de hacer que anomalías sociales puedan ser explicadas desde lo objetivo y operativizar las resultas que emanen de abordajes investigativos desde lo subjetivo e intersubjetivo. ¿Validez o legitimidad?.  Kuhn (op. cit.) afirma que la presencia de un paradigma “es un signo de madurez en el desarrollo de cualquier campo científico dado” y “queda todavía en pie la pregunta de qué partes de las ciencias sociales han adquirido ya tales paradigmas” (página 40).
Todavía más, ¿Son la subjetividad e intersubjetividad, dimensiones exploratorias que trascienden la perspectiva positivista, para el constructo de paradigmas en el campo de las ciencias sociales, y específicamente en la Gerencia, que logren dar respuestas a los inmensos desafíos presentes en el Siglo XXI?
Coincido con Rusque (op. cit.) cuando señala que la querella epistemológica entre el par cuantitativo-cualitativo sólo ha tenido el efecto de bloquear el avance de la investigación de lo social. Si ninguno está llamado a reemplazar al otro, sino más bien ambos presentan la tendencia a coexistir en la práctica, entonces: ¿cuál es la significatividad de la subjetividad en la investigación cualitativa?
Parte de la respuesta ha sido pincelada de manera tangencial. La subjetividad lo representa todo para el abordaje cualitativo, pues desde ella se sustenta, es recursiva, se desarrolla, se hace “ser”. Pero la misma trasciende la coherencia paradigmática de dicha matriz epistémica, para pretender dar rigurosidad y eficacia científica a quien decida abordar la realidad social más allá de la objetividad, legitimando el conocimiento que de ella se desprende.
En tal sentido, Echeverría (2003) nos comparte:
“La lógica moderna se ha distanciado de la noción de verdad relacionada con nuestra capacidad de aprehensión del «ser» de las cosas. Para la lógica moderna las cuestiones de verdad se limitan a asegurar la coherencia interna entre distintas proposiciones. Esto muestra la circularidad del conocimiento, como lo reconociera la hermenéutica.” Página 26
Así, ¿Cómo pretender replicar una historia de vida? Siendo que la historia de vida es una modalidad o estrategia de la investigación cualitativa, donde lo subjetivo (el “ser” del que actúa) y lo intersubjetivo (el “ser” que se esconde detrás del discurso, aunque habla en primera persona), entonces ¿Pierde su objetividad? Lógicamente. Nunca pretendió ser objetiva. Nunca pretendió ser replicable. ¿Pierde su validez? Desde esta perspectiva pudiera quedar cuestionada, según Piñero (2012). ¿Pierde su legitimidad? De ninguna manera. Repito a Echeverría “las cuestiones de verdad se limitan a asegurar la coherencia interna entre distintas proposiciones”.
Tenemos en consecuencia, multitud de postulados filosóficos, conceptualizaciones personales, líneas de construcción teórica, dónde la subjetividad influye incluso en la misma definición de términos cómo “objetividad” y “subjetividad”. Por tanto, rescato la importancia de varios actos: 1) Conocer “el estado del arte” 2) Asumir la postura filosófica que sea coherente con la cosmovisión del observador 3) Construir teoría. Para ello, uno de los abordajes que resultan indispensables es el conocer las múltiples implicancias ontológicas, epistemológicas y metodológicas de las dimensiones de la subjetividad e intersubjetividad en el proceder de la investigación cualitativa, para no naufragar en el tormentoso “pasticho” hermenéutico existente.
Tras esta interpretación, y como narrador de mi subjetiva interpretación de la significatividad de la subjetividad, ahora me apropio de más preguntas que respuestas, aunque con algunas declaraciones en constructo: 1) Siempre y cuando se evidencie coherencia paradigmática en el discurso, la afirmación o declaración tendrá validez y/o legitimidad. 2) El observador tiene la innata capacidad de danzar con el lenguaje, siendo racional y dialogicista, pudiendo objetizar lo subjetivo desde la intersubjetividad. 3) El abordar la realidad, siendo parte activa de ella misma, es una experiencia investigativa sumamente atractiva e innovadora para un positivista “por ahora” empírico como este servidor.
Me corresponde en consecuencia, ubicar una escuela de pensamiento que coincida con mi ecléctica percepción de la realidad y que satisfaga las ansias de subjetividad que yacen dentro de mí.
“O estoy loco o los locos son los demás” Albert Einstein.
Lcdo. Rafael Becerra. M.Sc.
@becerrarafael
REFERENCIAS

Cifuentes, R. (2011). Diseño de proyectos de investigación cualitativa. Buenos Aires: Noveduc Libros.
Churión, J. (2009). Economía al alcance de todos. Caracas: Editorial Alfa
Echeverría, R. (2003). Ontología del Lenguaje. Santiago de Chile: J. C. Sáez Editor.
Gómez, J., Latorre, A., Sánchez, M. y Flecha, R. (2006). Metodología Comunicativa Crítica. Barcelona: Editorial El Roure Ciencia.
Kuhn, T. (1971). La estructura de las revoluciones científicas. (Agustín Contin, Trad.) Ciudad de México: Fondo de cultura económica. (Trabajo original publicado en 1962)
Morse, J. Editora (2003). Asuntos críticos en los métodos de investigación cualitativa. Antioquia: Editorial Universidad de Antioquia.
Piñero, M. (2012). Implicaciones de la subjetividad e intersubjetividad en el proceder de la investigación cualitativa. [Mensaje en línea]. Disponible: http://boards5.melodysoft.com/ForoDoctoradoUNY2012-1/re-introduccion-a-la-introduccion-92.html [Consulta: 2012: Febrero 26]
Rusque, A. (2010). De la Diversidad a la Unidad en la Investigación Cualitativa. Caracas: Vadell Hnos. Editores, C.A.

domingo, 12 de febrero de 2012

Heidegger. Aportes en la construcción de la investigación cualitativa

 “El hombre es lo único entre todas las cosas existentes (…) que experimenta la maravilla de todas las maravillas: que el ser existe (das Seindes ist) (Heidegger, 1951:42)”
   
Martin Heidegger (1889-1976) fue un filósofo alemán, Estudió teología católica, ciencias naturales y filosofía en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Heinrich Rickert, uno de los máximos exponentes del neokatismo de la Escuela de Baden y luego asistente de Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología.
Para Cifuentes (2011, pág. 14-15), las concepciones sobre la realidad, el conocimiento, la intencionalidad de conocer, las formas de conocer, son esenciales al asumir la investigación. La discusión sobre investigación cualitativa y cuantitativa involucra temas filosóficos y epistemológicos.
En orden de abordar mi incursión en temas filosóficos desde la conceptualización del conocimiento, me permito plasmar algunos aspectos claves, con la finalidad de dar incipiente forma a un andamiaje muy superficial, ligero, en construcción, en torno a lo teórico, que respete de alguna manera, la intencionalidad del presente resumen: el estudio inicial de la obra de Heidegger, en tanto, sus aportes a la investigación cualitativa.
La Ontología es un término que proviene del griego, cuya transliteración deriva en “estudio del que es”; el mismo se remonta a Aristóteles, pero que actualmente sirve para designar, sin equívoco alguno, la metafísica substancialista que tiene por objeto aprehender, bajo las apariencias, a las cosas en sí, por oposición a la metafísica en sentido crítico; es decir, el conjunto de conocimientos que pueden ser establecidos a priori en cada orden del conocimiento.
Platón, Spinoza, Hegel, Heidegger, han desarrollado el problema ontológico que fue, primero (para Platón), el de la luz que nos descubre los objetos del mundo;  luego (para Spinoza), el de Dios; después (para Hegel), el de la Historia y, ahora (para Heidegger), el de la existencia que se cumple en todo ser humano. La ontología, que es la investigación de lo absoluto, es, evidentemente, el último fin de toda la filosofía.
Por su parte, la Epistemología, se translitera de su raíz griega como el “estudio del conocimiento”. Es esencialmente el estudio crítico de los principios, de las hipótesis y de los resultados de las diversas ciencias, destinado a determinar su origen lógico (no psicológico), su valor y su contenido objetivo. La epistemología trata de los problemas planteados por la ciencia (no es una síntesis o anticipación conjetural de las leyes científicas).
Para Zichi, M, citada por Morse (2003), Husserl y Heidegger buscaban, a través de la fenomenología, redefinir y centrar la misión de la filosofía. Mientras que Husserl planteaba que el centro principal de la filosofía era epistemológico, para Heidegger era ontológico.
La Fenomenología, entendida como el estudio del manifestar, según su composición en el griego, se considera como la ciencia o teoría de los fenómenos. Según Híjar (2010, pág. 94), Husserl plantea la fenomenología como el método por el cual el espíritu, mediante reducciones sucesivas, se halla frente a la conciencia pura (considerada independiente de todo dato empírico) o del yo trascendental (condición de toda experiencia posible) y determina las estructuras esenciales de todo lo que es posible conocer. Mientras que para Heidegger, la considera como descripción del medio concreto en el que está inmerso el sujeto pensante. Por lo anterior, a Heidegger se le considera el jefe del existencialismo alemán. La existencia, dice él, es un modo de ser, propio del hombre.
La fenomenología ontológica
Al reunir los pensamientos fenomenológicos, ontológicos y hermenéuticos (interpretativos), Heidegger definió la filosofía como la ontología fenomenológica universal basada en la hermenéutica del ser humano (Spiegelberg, 1982). Esta fenomenología ontológica revela que la verdad se ha de encontrar en el mundo interpretado hermenéuticamente (Langan, 1970). El fenómeno principal que revela la fenomenología es el significado del Ser (Sein), que se ha vuelto víctima del usual olvido de la diferencia ontológica entre el Ser (Sein, o presencia) y el ser (Dasein, o “ser ahí”).
Una característica única de la filosofía de Heidegger es que veía la tarea de la fenomenología como destrucción, lo que significa mirar más allá del significado cotidiano y normal de la vida para ver el significado más grande en el Ser. Esta destrucción nos libera de ser siervos, inconscientes, de nuestro pasado metafísico (Spiegelberg, 1982) y suelta y retira la tradición recalcitrante de nuestro ser cotidiano para detectar la verdad de nuestro Ser.
Según Zichi (op.cit), la fenomenología para Heidegger significaba principalmente una noción de método, una manera de aproximarse a los objetos de la investigación filosófica más bien que un método filosófico específico único. Este “método” no identifica el contenido cualitativo de los objetos particulares de la investigación filosófica sino el modo de aproximárseles. Es un enfoque metodológico que nos hace ver lo que de otra manera estaría oculto, de sacar lo escondido de su escondite y de detectarlo como “no oculto”, o sea, como verdad.
Para Heidegger, no hay método que pueda obligar a la revelación de la verdad. En el mejor de los casos, el método sólo puede preparar el camino de la verdad en el pensador. En ninguna parte es esta aseveración más cierta que en el caso del método científico, pues la ciencia no descubre la verdad original sino que sólo desarrolla lo que ya se conoce.
La hermenéutica heideggeriana
Para Heidegger la hermenéutica era simplemente el método interpretativo que saca la mirada investigativa de los seres concebidos de manera ingenua y la devuelve al Ser mismo. Es el método por el cual se trasciende hacia el Ser. La preocupación de la hermenéutica de Heidegger es revelar los fenómenos ocultos y, en particular, sus significados. El objetivo de la hermenéutica es descubrir el significado que no se manifiesta de inmediato a nuestra intuición, analizándolo y describiéndolo. Los intérpretes tienen que ir más allá de lo que se da de manera directa. Sin embargo, al intentarlo, han de usar los presupuestos ordinarios y cotidianos como claves de significados que no se dan, al menos de manera explícita.
Entonces, para Heidegger la hermenéutica era el método interpretativo por medio del cual uno supera la mera descripción de lo que es manifiesto y trata de revelar significados ocultos por medio de mecanismos anticipatorios.
La fenomenología heideggeriana como método de investigación
Como filósofo, Heidegger veía la hermenéutica como un método filosófico y no como un método científico. Al principio, mientras todavía permanecía en contacto con Husserl, hay indicios de que aún se inclinaba hacia el pensamiento “científico”. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, Heidegger abandonó toda pretensión de ser “científico” (Spiegelberg, 1982).
En realidad, Heidegger se reveló contra el método. Un indicio del carácter no metódico del nuevo “pensamiento” de Heidegger en los años cincuenta y sesenta es su repudio del término “investigación”. Para él, la investigación era la marca de la ciencia moderna, la cual veía excesivamente preocupada consigo misma y con su método. El investigador es en realidad un técnico al servicio de la conquista del mundo por los seres humanos, los sujetos. La actividad reflectiva, que Heidegger contraponía a esta investigación, como la tarea propia de la filosofía, al parecer no puede describirse en términos de un método claro y susceptible de enseñarse (Spiegelberg, 1982).
¿Qué ven ustedes y que veo yo?
Xolocotzi, citado en Navia (2008) nos relata parte de una exposición desarrollada por Heidegger, en el contexto de la intuición cognoscitiva planteada por él mismo. Ante tal pregunta guía, expone tres posibles respuestas:
“¿Qué “veo”? ¿Superficies marrones que se cortan en ángulo recto? No, veo otra cosa. ¿Veo una caja, más exactamente, una caja pequeña colocada encima de otra más grande? De ningún modo. Yo veo la cátedra desde la que debo hablar, ustedes ven la cátedra desde la cual se les habla, en la que yo he hablado ya”
Para Heidegger toda interpretación perceptiva destaca el acceso a lo aprehensible también en el ámbito teorético.
No tenemos entre nosotros a este gran filósofo. Sería interesante conocer su opinión, sobre las implicancias de sus propuestas y visiones en el desarrollo de la investigación cualitativa, desde su epocalidad hasta nuestros días. Nos corresponde seguir construyendo sobre estos fundamentos filosóficos, para abordar complejas realidades, tratar de entenderlas, generar propuestas o en línea con el pensamiento heideggeriano, vivenciar la intuición, mirando desde el Ser, por encima del ser mismo.
REFERENCIAS
Cifuentes, R. (2011). Diseño de proyectos de investigación cualitativa. Buenos Aires: Noveduc Libros.
Heidegger, M. (1951). Was ist Metaphysik. Chicago: Henry Regnery
Híjar, A. y Chávez, P. (2010). Diccionario Filosófico. México, DF: Grupo Noriega Editores.
Langan, T. (1970). The future of phenomenology. La Haya. Martinus Nijhoff
Morse, J. Editora (2003). Asuntos críticos en los métodos de investigación cualitativa. Antioquia: Editorial Universidad de Antioquia.
Navia, M. y Rodríguez, A. (2008). Hermenéutica. Interpretaciones desde Nietzsche, Heidegger, Gadamer y Ricoeur. Mérida: Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes.
Rusque, A. (2010). De la Diversidad a la Unidad en la Investigación Cualitativa. Caracas: Vadell Hnos. Editores, C.A.
Spiegelberg, H. (1982). The phenomenological movement. La Haya: Martinus Nijhoff