QUINTA INSTANCIA COGNITIVA
CONSIDERACIONES
REFLEXIVAS
El
transitar investigativo sobre la praxis en la alta gerencia de las empresas de
servicios del estado Lara, en el contexto socio económico venezolano, abordado
con los lentes del enfoque cualitativo desde el paradigma interpretativo,
posibilitó la inmersión intelectiva en la dialéctica de las dimensiones micro y
macro de la economía, con sus complejos bucles recursivos, de incidencias en lo
social, empresarial y personal, visto desde la cosmovisión de los actores
sociales, quienes han participado en la construcción de sus embarcaciones
organizacionales, y continúan asumiendo el timón, en su pretensión de navegar con
éxito a través de un período especial de la contemporaneidad venezolana,
cargado de significancia en lo ético, ideológico, político, económico, social y
cultural, todo lo cual ha incidido en la emergencia de escenarios gerenciales
que tradicionalmente habían sido de poca consideración, empero, ahora vienen a
permear el pensamiento y acción de los sujetos en estos ámbitos, para reenfocar
el viaje hacia territorios exitosos e ideológicamente solidarios, desde las
siguientes reflexiones:
La
esencialidad con respecto al acto social que significa el hacer gerencia desde
el Ser, es una búsqueda interior de coherencia y legitimidad que se manifiesta
en actuaciones propias del liderazgo del servicio, el desarrollo de
competencias y habilidades como estilo de vida, las relaciones laborales
consensuadas como estrategia de participación a puertas abiertas entre los accionistas-gerentes
y el capital humano, así como la articulación de la visión organizacional, que
permite el análisis y la actuación sobre las brechas existentes en ese trajinar
desde la situación presente hacia la realidad anhelada, lo cual configura una
resignificación de lo real, en tanto ésta se desconfigura a un ritmo menos
previsible, coadyuvando el asomo de la reconstrucción conceptual que la
investigación ha propiciado a través del apoyo de los procesos reflexivos,
críticos y compartidos, para situarse en un espacio-tiempo que es relativo a su
hacer, en la intención de proponer nuevas fronteras constructivas, que asomen
de una reorganización permanente desde la dinamicidad, la apertura a la
distorsión, lo incierto, para abrirse a otras realidades, diferentes y novedosas,
para organizarse permanentemente en ellas con criterios de sustentabilidad,
viabilidad y solidaridad.
Así,
el Ser gerente que despunta de los actores sociales, le confiere valor al
capital humano en su faceta intelectual, profesional y personal, lo que insta al
respeto a la dignidad por su condición de semejante, para ponderarle como el eje
central de las organizaciones, lo que contribuye en hacerlas más humanas. De
allí, las inversiones en programas de constante capacitación para empoderar al
personal en el ejercicio de sus roles, propiciando la competitividad, el
sentido de pertenencia, el desarrollo personal y la atención al ambiente
laboral. Por ello, las políticas de remuneración que vinculan los resultados
que se obtienen con el otorgamiento de paquetes competitivos en aras de motivar
y conservar el personal, brindar un servicio de calidad y dar garantía a los
empleados sobre la continuidad de las operaciones.
Es
así que, los actores sociales valoran el ejercicio decisorio desde la alta
gerencia, al exhibir la validación de ideas y propuestas en ambientes propios
de gobierno corporativo, con uso de normas parlamentarias que facilitan el
consenso de los disensos sin mayores demoras ni derroche de recursos. Por su
parte, desde la gerencia media hasta el nivel operativo se adoptan modelos de
gestión participativa, donde el personal aporta tanto resultados en el
cumplimiento de sus roles, como ideas que permiten el mejoramiento de los
procesos y/o de las condiciones de trabajo, articulándose un círculo virtuoso
ganar-ganar, en el que las representaciones gerente-empleado resultan beneficiadas
al vincularse mutuamente en estrategias de gestión que configuran un ejercicio
solidario de inclusión, cohesionando la organización en torno a propósitos
compartidos que se manifiestan en el conocimiento de las realidades de los
actores sociales y del talento humano, para confluir en la intencionalidad de
complementar su accionar con fundamentos que derivan de la ética, el
crecimiento económico y el desarrollo humano.
Se
destaca además, que los actores sociales valoran la gestión del conocimiento
para fomentar la articulación entre funciones y personas, la competitividad y
la sinergia de “gente que atiende gente” en aras de romper fronteras
departamentales, mediante la implementación de plataformas tecnológicas que
facilitan los procesos de integración para la conectividad, la reducción de
costos, tiempos de respuesta y actividades que no aportan valor a la
organización, gestionando un espacio interno de información confiable y
compartida, que deviene en un sistema neurálgico que convierte data en
conocimiento organizacional para una mejor y oportuna toma de decisiones, como
estrategia que permea transversalmente la estructura organizacional. También, el
hacer gerencia, conviene en la integración organizacional a redes empresariales
de cooperación y promoción, que permite compartir y conocer sobre mejores
prácticas, así como la promoción de los productos y servicios.
Por
tal, los actores sociales evidencian un profundo conocimiento teórico y
praxeológico, competentes para orientar su accionar en la creación de valor, desarrollar
estrategias que implican el análisis del costo de oportunidad, configurar la
estructura organizacional con el apoyo de la departamentalización y
tercerización, según represente mejor los intereses de la empresa, al hacer
seguimiento y evaluación a las iniciativas emprendidas, recorriendo de esta
manera, todas las funciones de la administración desde la planificación, surcando
la organización y dirección, hasta atracar en el control, para repetir el ciclo
“infinitum”, en pro de mantener la excelencia en los logros obtenidos y hacer
perfectible todo aquello que sea pertinente a la misión organizacional.
Por
ello, la concepción de gerencia se entreteje como expresión de un acto social, ya
que cada entrevistado aporta al tema desde sus dispares maneras de mirar y
concebir su mundo, con contestaciones que apenas convergen, empero, el uso
intensivo de herramientas gerenciales y una praxis con orientaciones
particulares, les hace sustentables y viables a nivel empresarial en un entorno
caótico. Así, gerenciar a nivel local, es el desafío de liderar personas para
optimizar el uso de recursos escasos y limitados, con la pretensión de
satisfacer necesidades en el contexto de la epocalidad venezolana.
En
este sentido, se acusa el impacto de la dinámica económica venezolana, que
advierte en primer lugar la necesidad de una constante actualización y
cumplimiento del marco regulatorio gubernamental, que incide directamente en la
estructura de costos y que va limitando significativamente las libertades
económicas. Esto, propicia la articulación de prácticas gerenciales no
tradicionales que en otras latitudes no tendrían sentido, pero que en Venezuela
pudieran significar la diferencia entre la sustentabilidad o el cierre de la
organización. De allí, asoman comportamientos éticos que han sido parte
reveladora y elocuente en el discurso de los actores sociales, desde lo cual
emerge la intencionalidad de desplegar una unidad hermenéutica que atendiera el
contexto socio económico venezolano en la pretensión de interpretar y
comprender al gerente venezolano en la imbricación con su singular contemporaneidad.
Así, la primera dimensión macroeconómica que monopoliza
la atención de los actores sociales, refiere a los niveles de inflación que se
vivencian en Venezuela, quienes desde una ontología positivista, buscan explicación
a la existencia del problema que se formula, desde la descripción de sus
potenciales causales, entre las cuales exponen: la emisión de dinero
inorgánico, como política laxa de las autoridades monetarias, que predispone la
desvalorización de la moneda; la baja en el nivel de las reservas
internacionales, por menores ingresos petroleros, lo que desestabiliza la
correlación en el valor del bolívar fuerte, la contracción del PIB, como
resultado de una caída en las importaciones y una disminución en la producción
local, lo que dificulta satisfacer los altos niveles de demanda de productos y
servicios. Sin embargo, en esta investigación se ha motivado un sentir que
propicia la emergencia de una postura reflexiva, que busca horizontes de
sentido al interpretar la situación que se ha problematizado, para significar
los factores que han sido descritos en atención a configurar un hacer gerencial
cónsono con las realidades políticas y económicas del país.
Luego,
es significativo considerar lo recurrente en el discurso de los actores
sociales de una segunda distorsión en la economía en Venezuela expresada en
términos de escasez, que deviene, según expresan en coherencia con su mirada y abordaje
positivista, de una serie de causales tales como: un marco jurídico poco
favorable a la libertad económica, que castiga discrecional y excesivamente, a
nivel civil y penal, las desviaciones en que incurran los factores económicos
de capital privado, lo que propicia el temor del sector disminuyendo la
percepción de seguridad jurídica y, por ende, la disposición de aumentar o
mantener los actuales niveles de inversión; un control de precios, sin revisión
periódica e imparcial de la estructura de costos de las empresas por parte de
los funcionarios responsables, que obliga al cese en la producción, pues a las
organizaciones se les dificulta operar sin incurrir en pérdida; un control de
cambio, con divisas a tasas preferenciales de difícil acceso que, a su vez, propicia
las importaciones por parte de quienes logran acceder a ellas, en desmedro de
la producción nacional que sufre la competencia desleal.
Adicional,
los actores sociales otorgan significancia a fenómenos económicos tales como el
desabastecimiento y/o escasez de insumos y/o productos, que pudiera derivarse
en parte, en la política de expropiación sobre factores de producción en
sectores estratégicos, que han dejado en mano del Estado una cantidad
representativa de empresas, muchas de las cuales operan actualmente a una
capacidad menor a la esperada. Igualmente, le vinculan con actuaciones
discrecionales de funcionarios en procesos de fiscalización que impactan en la planificación
presupuestaria, pues algunos costos y/o gastos pudieran no ser reconocidos en
la estructura contable, así como en la reducción de importaciones, lo cual
guarda relación con la disminución de las divisas asignadas al sector privado, por
la caída en los precios del petróleo y la atención a un presupuesto nacional
insostenible que requiere constantemente de mayores cantidades de recursos,
orientados tanto al gasto social para sostener las misiones que el gobierno ha desarrollado, como
a la constante demanda de divisas para importar desde la iniciativa pública, buscando
satisfacer lo que la producción nacional ha dejado de ofertar.
En
torno a ello, los actores sociales concatenan inflación y escasez, como distorsiones
que se alimentan recíprocamente, y que ellos atribuyen tal bucle recursivo a
las actuaciones que paradójicamente despliega el gobierno en su afán de paliar
la crisis. La significan en, la creación del nuevo sistema de cambio SIMADI,
que posibilita el registro a nivel contable de la tasa que registre el BCV al
día de nacionalización de mercancías, para incentivar la importación por parte
del sector privado, empero, las constantes adecuaciones al control de cambio
deviene en devaluación, en la insatisfacción de la demanda de divisas a través
de los sistemas de cambio, así como en la percepción de una planificación
financiera poco conservadora y certera por parte del Estado, lo que amerita una
contínua gestión del capital ante las distorsiones económicas. Así, la reducción
en los niveles de escasez, requiere el alza de los precios hasta el nivel que
refleje las transacciones de importación de insumos o productos realizadas vía
SIMADI y/o permita la producción local sin incurrir en pérdida, lo cual redunda
reticularmente en índices de inflación, generando un círculo pernicioso que va
en oposición a la intencionalidad de las políticas desplegadas por el gobierno que
se fundamentan ideológicamente en la protección del salario de la masa
trabajadora.
En
tanto, la inflación y la escasez, como dimensiones más significativas del
acontecer social y económico del país, emergen de una crisis en la gerencia
pública, según plantean los actores sociales, mientras que, funcionarios la
interpretan como una “guerra económica” por parte del sector privado hacia los
intereses de la sociedad, lo que diserta de la ambivalencia en la
interpretación y comprensión de la realidad venezolana. Por ello, el abordaje
al tema de las ideologías políticas como manera de manejar la hacienda pública
y la relación con los gobernados, que se abate entre una postura de crecimiento
económico como promulgan los actores sociales y, otra referida al desarrollo
humano con intervención del Estado, que lleva adelante el gobierno de turno, en
un enfoque de solidaridad, pero que aún no encuentra rutas sustentables y
viables, para su determinación.
De
allí el alto contenido de emocionalidad, al momento de asomar desde el discurso
los frecuentes desafíos que enfrenta la praxis gerencial al significar
inquietudes relativas al contexto socio-económico en Venezuela ¿Cómo planificar
en entornos caóticos? ¿Cómo satisfacer la demanda y gestionar exitosamente el
capital, para no incurrir en pérdidas significativas? Incluso, los actores
sociales refieren a cambios societales que perciben en los valores y el sentido
del trabajo, ya que las distorsiones económicas ha promovido una atipicidad operativa
que monetiza el arbitraje que se presenta en áreas tales como: sobrefacturación
de importaciones, reventa a terceros de productos prioritarios que se adquieren
a precios regulados, viajes al exterior sin otro fin que ser adjudicados con
divisas a tasas preferenciales, entre otros, lo que alude a la emergencia de
otras interpretaciones sobre el trabajo, que viene dando prioridad a la
racionalidad económica desde el sentido “del querer”, permeada por una manera
de mirar postmoderna, exacerbada e incentivada por las políticas
macroeconómicas, todo lo cual propicia reacomodos éticos en desmedro “del
deber”, asomando inconsistencias entre norma y conducta, pero, que en lo común
de la praxis, pasan a ser consideradas como actuaciones permisibles, moviendo
los linderos de los valores y generando posturas acomodaticias en una representación
significativa de la sociedad.
Aunado a ello, se evidencia una sensación de
miedo ante las potenciales fiscalizaciones por parte de funcionarios, que
podrían resultar en sanciones desproporcionadas de acuerdo a la subjetividad
del funcionario que actúa, así como el temor a una posible expropiación –
confiscación, que derive en la pérdida total de todo aquello que ha sido
construido a través de los años. El discurso clama por el diseño e
implementación de políticas públicas que fomenten un marco adecuado para la
participación de los empresarios, en el crecimiento y el desarrollo de la sociedad.
Complementariamente,
se aboga por una disminución en la burocracia, representada en excesivas
barreras para la operatividad organizacional, la gran cantidad de requisitos y
permisologías, que ralentizan los procesos y podrían fomentar la corrupción. En
este aspecto, el Estado coincide con lo expuesto, y de allí las iniciativas de
reforma al sector público, tales como la promulgación de la Ley de
Simplificación de Trámites Administrativos. Mientras tanto, el Ser gerente se
involucra activamente en la comprensión y cumplimiento de lo exigido, al nivel
de desarrollar competencias para abordar exitosamente este desafío, tales como la
reducción de plazos, en aras de proveer productos y servicios de calidad, antes
que los demás, promoviendo la competitividad y viabilidad de sus
organizaciones.
En
torno al control de precios, los gerentes desde su praxis, pretenden dar
respuesta al cómo satisfacer la demanda, sin incurrir en pérdida. Para ello, se
articulan estrategias que implican la reducción de costos y gastos, la
optimización de los recursos disponibles, la importación de insumos y
mercancías, el diseño de productos y servicios innovadores y redituables, la
diversificación e incremento de las fuentes de ingresos, fomentando la
competitividad y la construcción de una estructura de costos que permita la
sustentabilidad y viabilidad organizacional. Es el ejercicio de la gerencia, en
su máxima expresión, empoderado en una dinámica solidaria con el talento humano,
que valora los conocimientos y aprendizajes organizacionales, en sus aportes al
éxito empresarial.
Así,
se distingue el gerente venezolano por su comprensión de lo económico y su
impacto en lo social, su profesionalismo y una praxis basada en los valores, su
disposición en seguir aportando a la sociedad en la generación de empleo, de
renta y de oportunidades que incidan en una mayor calidad de vida, el
crecimiento económico y el desarrollo humano, de este gran país, Venezuela.
En
lo personal, la selección, delimitación y aproximación a la situación de
estudio problematizada representó un desafío de varios meses, una incesante
búsqueda por la temática que conquistara las fibras de mi Ser y hacer
investigativo, visto los meses de consagración a tiempo parcial y total que la
empresa requeriría. De allí, que la tesis ha sido orientada a dos de mis
grandes pasiones: la praxis gerencial, que se desarrolla en el ámbito de la
microeconomía, así como el análisis del contexto socio-económico que es propia
de la macroeconomía.
Por
su parte, la inmersión, comprensión y desarrollo de la instancia cognitiva tres
fue un proceso que consumió unos doce meses aproximadamente, lo que vino a
enriquecer mi recorrer investigativo y representa uno de los aportes más
significativos que el desarrollo de la tesis ha ejercido en mi, puesto que la
asunción de nuevos lentes interpretativos me permitió despojarme del papel de
experto en el área gerencial, para otorgar protagonismo a los actores sociales
quienes fueron invitados a hablar y aportar sobre la temática, en un ambiente
respetuoso, de camaradería y profesionalismo, correspondiéndome el papel de
fenomenólogo y hermeneuta, para interpretar y comprender desde las
interpretaciones que asomaban en el discurso de los diversos participantes. Más
que mirar desde mi cosmovisión, se trató de la empatía, de ponerme en los
zapatos de los demás. Tal esfuerzo, requiere humildad y capacidad de asombro,
para enriquecerse en las zonas de sentido que se van articulando y construyendo
a cada paso
En
cuanto a los hallazgos, vivencié diversos estadios de la emocionalidad en los
actores sociales, desde el optimismo por las innumerables oportunidades que
ofrece un entorno caracterizado por el desabastecimiento y la escasez, hasta la
tristeza o angustia por la reducción de puestos de trabajo, la transferencia de
operaciones fuera de nuestro país o el deterioro de las variables
macroeconómicas que inciden en sectores desfavorecidos de la población. Es el
hacer gerencia en consonancia con los postulados axiológicos del Ser gerente,
así como con un dimensión humana, una cualidad de la cual no era muy
consciente.
Ya
en el campo de las coincidencias entre los aportes de los actores sociales, que
legitimaron los hallazgos así construidos, el proceso requirió lo mejor de mí y
superó mis capacidades, obligándome a ampliar los límites o las fronteras de
mis conocimientos. En el desarrollo de la tesis, me he vaciado absolutamente y
no he reservado nada. Por ello, la aproximación teórica representa mi mayor
esfuerzo y esto me lleva a anhelar, que la misma evidencie competencias y
capacidades en el área de la investigación para alcanzar el grado de Doctor en
Gerencia, empoderándome así para continuar con investigaciones en otras áreas
de mi interés.
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